Aquí se habla de política, pero se discute como en un pleito de lavadero

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¡Qué barbaridad, mis estimados lectores! El nivel de debate en el Senado de la República ya no es de «altura», es de «alcantarilla». ¡Y con perdón de las alcantarillas, que a veces huelen mejor!

Resulta que en nuestra honorable Cámara alta, donde se supone que se discuten los grandes temas de la nación, lo que tenemos es un circo de tres pistas con payasos de tiempo completo. Una senadora, ni tarda ni perezosa, les soltó un «nalgas prontas» a sus adversarios. ¡Ay, nanita! Yo pensé que eso solo se escuchaba en los tianguis o en las cantinas de mala muerte, no en el recinto donde se fraguan las leyes. ¿Será que ahora los discursos los redactan en la fila de las tortillas o qué?

Y por si fuera poco, otra lumbrera legislativa, cual profesora de primaria regañando a su alumna, le dijo a una compañera que tenía «mentalidad chueca, ideología chueca, ortografía chueca…». ¡No bueno! Con razón estamos como estamos, si nuestros representantes se preocupan más por el «horrores de ortografía» que por los errores de política pública. ¡Capaz que luego le revisan la caligrafía también!

Pero la cosa no para ahí, mis chavos. Otro paladín de la justicia, con la vehemencia de un borracho en la Plaza Garibaldi, sentenció desde la tribuna que «hicieron mierda al Poder Judicial». ¡Qué fino, qué elocuente! Uno se imagina que después de esa declaración, la tribuna quedó oliendo a azufre y a frustración. Y claro, ¿cómo no hablar de nuestro ícono de la diplomacia parlamentaria, el señor Noroña? Ese sí que es un «rockstar» de la política. Ahora resulta que hasta en las boletas electorales le mentaron la madre. ¡Es que ya es tradición, hombre! Si no le mientan la madre, no es él. Supongo que ya hasta tiene un contador de mentadas para ver si supera su propio récord.

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En fin, mis queridos mexicanos, este es el nivel de nuestros senadores. Deberían ponerles un letrero afuera de la Cámara: «Aquí se habla de política, pero se discute como en un pleito de lavadero». Lo bueno es que al menos nos dan material para reírnos, porque si no, ¿de qué otra forma aguantamos tanta… «sabiduría» legislativa? ¡Ahí se las dejo de tarea!

Columna Devotos y otros políticos non sanctos, un espacio para joder al político de junto


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