La nueva tendencia para acallar a las voces incómodas y críticas, como parte de la continuidad de la 4T, es utilizar el argumento de la misoginia en cada ocasión que se hace algún señalamiento por los errores que comete –o cometa– la nueva presidenta Claudia Sheinbaum.
Un adelanto lo dio el propagandista de origen español Abraham Mendieta en un mensaje de X (Twitter) en el que escribió que el sexenio pasado la oposición atacó de manera misógina a la ahora mandataria, sin considerar que si hubo señalamientos por sus omisiones como jefa de gobierno en la CDMX –como en el caso de la línea 12 del Metro– o con la falta de seguridad pública, como las cifras lo han mostrado, eso es parte de la crítica que se debe –y puede– hecerse en contra de los funcionarios de gobierno y legisladores.
Así, toda la plataforma de propaganda que tendrá continuidad, como parte de las promesas de la candidata de Morena en la pasada campaña presidencial, buscará acallar las críticas a la presidenta con acusaciones de que se trata de misoginia y a otra cosa, tratando de que se olvide los errores, irregularidades o actos de corrupción cometidos en el actual sexenio.
Se olvida que como funcionaria pública, Claudia Sheinbaum tiene responsabilidades de cara a la ciudadanía y como cualquier persona, con independencia de su género, tiene que rendir cuentas. Si una mujer en un cargo público es descubierta cometiendo una irregularidad, como un acto de corrupción, con pruebas que demuestran esto, la denuncia se hará con base en el cargo que ostenta y sus acciones y no por su sexo o por sus preferencias o filiación política, algo que se busca utilizar para evadir las críticas, no rendir cuentas y obtener impunidad.
Desde luego que habrá ataques a la nueva presidenta por su género, pues no podemos descartar personas que son sexistas, así como otras son racistas o xenófobas, pero de ahí a jugar con la carta de la misoginia para defender a una funcionaria pública que tiene responsbilidades concretas que cumplir, es buscar que la impunidad gane y se extienda a quienes la defienden de esta manera.
Así que cuidado con criticar a Sheinbaum, porque las huestes morenistas gritarán que quien lo haga es un misogino o misogina, o que ejercen violencia política de género –como intento la hija de Ricardo Monreal para evitar su derrota electoral–, como parte de la defensa que implica la continuidad prometida.
Recuerden, se puede llamar alcohólico a un expresidente –aunque el autor de esta mentira, Federico Arreola, haya reconocido esto–, se puede insultar a la esposa de otro presidente, incluso señalando que cobraba por acostarse con él, se puede decir que los periodistas o analistas que criticaban a López Obrador eran chayoteros mientras se recibe dinero del gobierno de Morena, pero no se puede criticar a la nueva presidenta o señalar sus errores, como el beso en la mano a Manuel Velasco, porque de inmediato vendrán las acusaciones de misoginia.
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