Un gobierno de prosperidad pero algo más

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Un país destrozado tras la peor guerra que conocía la historia, la llamada Gran Guerra y teniendo que pagar los daños ocasionados por haber sido el agresor, Alemania, se recuperaba lentamente en los años veinte y principios de los treinta del siglo pasado, y de pronto resurgió de sus cenizas.

¿Quién fue el gran artífice de la recuperación alemana, de reconstruir su economía y prepararse militarmente, violando el Tratado de Versalles? ¡Adolfo Hitler!

El Tercer Reich alemán, bajo el férreo control del Partido Nacional Socialista, el del nazismo, llevó a Alemania a una enorme prosperidad, que le permitió iniciar una guerra más terrible que la 1914-18 y sostenerse varios años frente a la mayor parte de Europa y luego de los Estados Unidos.

El delirio de la recuperación alemana llevó a su ciudadanía a apoyar a Hitler en sus locuras, como anexarse Austria e iniciar la Segunda Guerra Mundial. Cerró los ojos ante la persecución abierta y terrible de los judíos y otras personas, como los gitanos, muchos católicos y los opositores a su gobierno. ¿Resultado? Terrible para Alemania y para el mundo.

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¿A qué viene esto? Primeramente a que no es el único caso de prosperidad en alguno o varios aspectos de países enteros, pero que pagaron el precio del autoritarismo, la represión y hasta dictaduras. Vean a Cuba, éxitos en Educación y Salud y represión terrible, por ejemplo.

Segundo, a que en México, que con toda su actual problemática tiene mucho de valor económicamente, lo que NO necesita es un gobernante que haga obra pública y solucione determinados problemas de la población, en tanto gobierne de manera soberbia, autoritaria y represora, con un perfil de prepotencia reconocido. NO necesita México un presidente de quien no pueda confiarse en que respetará los derechos políticos y demás de la ciudadanía, en especial de quienes no son del grupo político que lo apoya.

Por estas razones, Acción Nacional debe seleccionar la candidatura a la presidencia en el 2018 considerando primero que nada la forma y estilo legítimamente panista de vida personal y política del aspirante y luego sus resultados en obra de gobierno, si es el caso.

No se trata del extremo nazi, claro, pero tampoco de nada semejante en cuanto a la falta de respeto a los buenos principios doctrinales de Acción Nacional.

El que quiera entender que lo entienda.


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