Parece que la luna de miel presidencial de Claudia Sheinbaum se está acabando más rápido que un taco de carnitas en quincena. Según la última encuesta de Morning Consult, la mandataria anda con un raquítico 45% de aprobación contra un 49% de desaprobación, números que la ponen en el ojo del huracán. Y eso que ella misma presume en sus mañaneras que el pueblo la respalda como si fuera la Virgen de Guadalupe. ¿Apoyo popular? Más bien parece que el pueblo anda con el ojo crítico, cuestionando desde la inseguridad hasta las reformas que heredó de su antecesor.
Pero ¡zas!, de repente reaparece el incombustible Andrés Manuel López Obrador, nomás para presentar su nuevo librito titulado «Grandeza», que habla de los pueblos originarios y bla bla bla. ¿Casualidad? ¡Ja! En plena transmisión, el ex presidente no pierde oportunidad y suelta: «Hay que apoyar mucho a Claudia, eh». Como si fuera el padrino en una boda, saliendo del retiro para echarle porras a su ahijada política. Dice que no recorrerá el país para no hacer sombra, pero vamos, ¿quién se cree eso? Con la aprobación de Sheinbaum en picada –y contrastando con esas otras encuestas que la pintan al 74%, como la de El País, que la tiene como una de las más populares en Latinoamérica–, la movida de AMLO huele a estrategia pura. ¿Defenderla de qué? Pues de los críticos que la ven como una continuidad sin chispa, o de esos que dicen que la economía patina y la violencia no cede.
No es para menos: López Obrador, con su carisma de charro cantor, sabe que su legado anda en juego. Si Sheinbaum tropieza, él también se mancha. Así que, entre líneas de su libro, mete el sermón de unidad y respaldo, como diciendo «no la dejen sola, carnales». Respeto total al ex mandamás, que al fin y al cabo transformó el panorama, pero ¡órale!, ¿no que ya estaba jubilado en su rancho? Esto pinta a que el morenismo necesita un refuerzo de nostalgia para no desinflarse.
En fin, queridos lectores, en esta telenovela política mexicana, el rating presidencial baja, pero los cameos estelares suben. ¿Sobrevivirá Sheinbaum sin el escudo de AMLO? Ahí les dejo la reflexión, mientras yo me sirvo otro cafecito.
