Olga Sosa, otra morenista que es investigada por EE. UU.

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¡Ay, la 4T, esta fiesta que a veces parece un carnaval de absurdos! La senadora morenista Olga Sosa ha decidido que usar las redes sociales y los micrófonos es más divertido que ver un episodio completo de «La Rosa de Guadalupe». Ahora, resulta que hay una investigación criminal en su contra en Estados Unidos, y no porque se haya saltado la fila del café, sino porque es sospechosa de tráfico ilegal de combustible. ¡Así como lo oyen! La señora está presuntamente metida en el negocio del huachicol fiscal, y el alma de su campaña para gobernar Tamaulipas parece tener un tufo a gasolina que más bien apesta a… bueno, a algo que no se puede decir en horario familiar.

Vayamos a los hechos: según el buen Oscar Balmen, quien se unió a la fiesta informativa del noticiario de Luis Cárdenas, nuestra senadora favorita podría estar utilizando dinero «de procedencia cuestionable» para financiar su campaña en Texas. Digo, si uno va a hacer huachicol, al menos que lo haga con clase y que no le dé pena ir a comprar gasolina «de la buena», ¿no? Pero, claro, aquí la cuestión es que Sosa no conoce el término «gratarola» y parece que se le olvidó que los gringos tienen algo en sus reglas que se llama «investigación criminal».

Ahora, en este circo donde los leones son las acusaciones y los payasos son los defensores de la 4T, la senadora se aferra a su silla y grita que todo es un complot. Si no es el imperio de la corrupción en su contra, es que Chuchita la bolsearon porque no le gustó su atuendo. ¡Ah, la victimización! Siempre funciona para los políticos que están en el ojo del huracán. O, como diría mi abuelita, “cuando las cosas se complican, llora y hazte la víctima”.

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¿Y qué podría hacer la senadora en este entuerto? ¿Retirarse dignamente, como si nunca hubiera olfateado dinero «interesante»? No, no, eso no va con el espíritu de la 4T. Mejor va a hacer lo que todos en su posición harían: un discurso apoteósico sobre la honestidad y la transparencia, y mientras tanto, que corran las copas y los bocadillos en la cena de campaña.

Hay que ser claros: ni Morena ni el huachicol son dos palabras que deberían ir juntas, pero aquí estamos.

Así que, estimados lectores, abran bien los ojos y si ven algo sospechoso, no dudan en preguntar: “¿No será que funciona el huachicol?” Porque en política, como en la vida, todo es posible.

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