Noroña: De Palestina a los Emiratos, ¡Qué Solidaridad Tan Rentable!

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¡Órale, carnales! Aquí en DeVotos y otros políticos Nonsanctos, donde los santos son más bien diablitos con toga, hoy les traigo el chisme del siglo: el senador Gerardo Fernández Noroña, ese trompetista de la 4T que grita más que un chilango en el Metro en hora pico, anuncia que se pide licencia para volar a Palestina. ¿Por qué? Para «denunciar el genocidio» y dar «luz» al conflicto, dice él, con su pose de mártir internacional. Suena noble, ¿no? Como si fuera el Che Guevara con micrófono en mano. Pero esperen, el boleto lo paga… ¡Emiratos Árabes Unidos! Sí, esa «dictadura generosísima» –palabras textuales de Noroña– que acusa de torturas, esclavitud moderna y violaciones a los derechos humanos por Human Rights Watch. Ahí sí, de repente, los jeques son «solidarios» porque el compa ha sido pro-Palestina. ¿O será que en Dubái hay menos cámaras que en el Senado?

Imagínense la escena: Noroña, con su barba de profeta enfurecido, aterrizando en Emirates Airlines –¡gratis, porfa!– para recorrer asentamientos palestinos y reunirse con autoridades. Sale el 22 de octubre y regresa el 2 de noviembre, nueve días de «trabajo humanitario» que, ojo, no son oficiales, porque hasta él admite que podría haber faltado sin licencia, pero «primero es lo correcto». ¿Correcto? ¡Ja! En redes, la gente se desmadra: «Otro viaje pagado con lana dudosa», tuitea un usuario, recordando sus rentas de aviones privados que olían a huachicol fiscal. Otro lo llama «el mesías de los jeques», burlándose de que critique a Israel, pero bese la mano a los emiratíes, que financian armas para el mismo conflicto. Y no falta el que suelta: «¿Y su casa de 12 millones? ¿La compró con dádivas árabes o con el sueldo de ‘pobre’ que dice tener?».

Pero para Noroña, eso no importa un cacahuate. Él es el centro del universo, más grande que el escándalo de su patrimonio inexplicable o las denuncias por enriquecimiento ilícito. «Estoy bien con Morena y Sheinbaum», dice, mientras la presidenta evade el tema como si fuera un mal taco de la calle. ¿Riesgos? «Lo peor es que me quiten la visa gringa», confiesa, sin un pelo de temor a los bombarderos israelíes o a los verdugos emiratíes. ¡Pura ironía, compadres! Este viaje «sin importancia» –como lo ven los críticos– desata más ruido que un mariachi en boda ajena, porque al final, Noroña no salva al pueblo palestino: se salva a sí mismo del aburrimiento senatorial y de las preguntas pendejas sobre su lana.

En fin, ¿solidaridad o safari turístico? Ustedes dirán, pero yo digo: que lo disfrute, que en Palestina hay camellos y en Emiratos, oro. Mientras, nosotros aquí, pagando impuestos para que estos nonsantos vuelen alto. ¿Siguiente parada, Qatar?

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