¡Puta madre con Oaxaca! Cuando uno cree que ya lo ha visto todo, sale el peine y resulta que hasta en el Registro Civil te quieren aplicar la del coyote. ¿Neta, banda? ¿Un trámite gratuito y te lo cobran? ¡Qué poca abuela! Y lo peor no es eso, lo verdaderamente cabrón es que la funcionaria, que según debe servir al pueblo, demanda al periodista que destapó el cochinero. ¡No, bueno! ¿Ahora resulta que la víctima es el verdugo y el que informa es el delincuente? ¡Estamos de cabeza!
Según la nota de Aristegui, que por cierto, mis respetos para la Aristegui Noticias que no se anda con chingaderas, la mentada funcionaria, una tal Dulce María (¡hasta el nombre le va al revés!), se puso de pechito para la denuncia de una ciudadana. Y como buen periodista, un tal Alberto Díaz, del medio Primera Línea, pues la publicó. ¡Faltaba más! Esa es su chamba, ¿no? Informar y señalar a los ratas. Pero no, la doñita, en lugar de agachar la cabeza y devolver la lana, ¡se avienta la puntada de demandarlo! Y para acabarla de chingar, la Fiscalía de Oaxaca, que se supone debe impartir justicia, ¿qué hace? ¡Censura al periodista! ¡Así como lo leen! Le dicen que baje la nota. ¡No mames, qué puto coraje!
¿Qué sigue? ¿Que ahora los Ministerios Públicos le dicten a los reporteros qué publicar y qué no? ¿Que si alguien te roba la cartera, el ladrón te demande por exhibirlo? ¡Esto es el colmo de la impunidad y la corrupción! Se ve que en Oaxaca les vale madre la libertad de expresión y los derechos ciudadanos. Parece que la Fiscalía está más al servicio de los funcionarios corruptos que de la gente que paga sus impuestos.
Así que ya saben, si van al Registro Civil de Oaxaca, lleven su cartera bien amarrada y un abogado bajo el brazo, porque chance y por querer sacar un acta de nacimiento gratis, terminan demandados por difamación. ¡Viva México, cabrones! Y viva la censura.
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