Durante los sexenios de Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018), las redes sociales, particularmente Twitter (hoy X), se convirtieron en un espacio clave para la crítica política en México. Los ahora militantes de Morena, entonces opositores, usaron esta plataforma para expresar descontento, cuestionar políticas y, en ocasiones, recurrir a insultos y burlas contra ambos presidentes.
En el caso de Calderón, las críticas en Twitter se centraron en su estrategia de combate al narcotráfico, conocida como la “guerra contra el narco”. Usuarios afines al movimiento que daría origen a Morena, liderado por Andrés Manuel López Obrador, acusaban al presidente de militarizar el país y aumentar la violencia. Frases como “Calderón genocida” o “guerra fallida” eran comunes, acompañadas de hashtags como #NoMásSangre. Además, se viralizaban memes que caricaturizaban al presidente, ridiculizando su estatura o su presunta cercanía con el PAN. Ejemplo notable fue el intercambio en 2015 entre Gerardo Fernández Noroña, entonces opositor, y Calderón, donde el primero lo acusó de “fraude electoral” en 2006, un tema recurrente que avivaba la polarización.
Con Peña Nieto, las críticas en Twitter adquirieron un tono más sarcástico, enfocándose en su imagen pública y escándalos de corrupción. Militantes y simpatizantes de Morena, como John Ackerman, usaban la plataforma para denunciar casos como la “Casa Blanca” o el presunto plagio de su tesis. Hashtags como #PeñaCorrupto o #EPNNoMeRepresenta se popularizaron, junto con memes que se mofaban de sus errores verbales, como el famoso “No soy la señora de la casa”. Además, eventos como la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014 fueron utilizados para señalar la ineficacia y complicidad del gobierno priista, con mensajes que tildaban a Peña de “cómplice” o “indiferente”.
Ambos presidentes enfrentaron un lenguaje agresivo, con insultos directos como “inepto”, “vendepatrias” o “títere del imperialismo”, reflejo de la frustración de un sector opositor que veía en Twitter una herramienta para amplificar su voz. Sin embargo, este discurso no estuvo exento de excesos, como ataques personales que trascendían lo político, incluyendo burlas a rasgos físicos o familiares desde la cuenta de una exsenadora que ahora denuncia que se burlen de su físico y se victimiza. Aunque efectivas para movilizar a las bases, estas tácticas contribuyeron a la polarización digital, un fenómeno que persiste hoy.
En conclusión, las críticas de los ahora morenistas a Calderón y Peña en Twitter combinaron denuncias legítimas con un tono mordaz y, en ocasiones, ofensivo. Si bien lograron visibilizar problemáticas, también sentaron un precedente de confrontación en redes que marcó el debate político mexicano. Este análisis invita a reflexionar sobre el impacto de las redes sociales en la construcción de narrativas políticas y sus consecuencias en la cohesión social.
Ahora, esos propios morenistas promueven leyes en contra de lo que llaman ciberasedio, quieren que no haya mensajes en los que se burlen del físico de algunos políticos o políticas, aprovechan la figura de la violencia política de género para censurar y lamentan la cantidad de críticas que reciben en redes sociales al extremo de querer prohibir los memes, en algo que recuerda al bumerang en que se convirtió su propio comportamiento en el pasado reciente.
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