Monreal le frena las patas a la revocación express: ¿Campaña guinda o pleito de compadres?

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¡Ay, nanita! En el circo de la 4T, donde todos se quieren como cuñados en boda, ahora anda rodando la cabeza de Alfonso Ramírez Cuéllar por meter la pata sin permiso ajeno. El cuate, más pegado a Claudia Sheinbaum que chicle en suela, soltó una iniciativa para adelantar la revocación de mandato y empatarla con las elecciones de 2027. ¿El chiste? Ahorrar lana pública, dice Morena, pero todos sabemos que es para que la presidenta salga a hacer campaña como si fuera taquería ambulante, vendiendo tacos de «sí se puede» a favor de su partido. Puro ahorro, ¿no? Como si no supiéramos que el INE ya anda con la bolsa más apretada que cinturón después de las fiestas.

Pero ¡sorpresa, morena! Ricardo Monreal, el chamuco del Senado que se las sabe todas, se picó en serio y congeló el asunto como tamal en congelador. «No hay plan con maña», tuitea el coordinador, pero entre líneas se lee: «Oye, Alfonso, ¿quién te crees, el nuevo mesías guinda? Aquí mando yo, no tus caprichitos sheinbaumistas». El coordinador de los diputados federales de Morena armó la bronca porque el vicecoordinador Ramírez Cuéllar presentó la propuesta sin consultar, como si fuera recado de la tiendita. Resultado: la Comisión de Puntos Constitucionales aplazó el dictamen unos días para «deliberar», que en mexiqués es código para «pelearse a madrazos en privado».

Chale, qué familia tan disfuncional. Mientras el PRI, con Rubén Moreira al frente, grita «¡trampa para que Sheinbaum haga proselitismo en plena votación!», Monreal marca territorio como gato en poste, recordándonos que en Morena no hay santos, solo nonsantos con ambiciones. ¿Y la revocación? Prometida por Sheinbaum en campaña, como el «no va a haber fuero» de AMLO, pero ahora parece que la posponen más que boda de solterona. ¿Miedo a que la ciudadanía diga «ya estuvo, Claudia, a la casa»? O ¿pleito interno para ver quién lleva las riendas del camión guinda rumbo al 2027?

En fin, queridos devotos de la política barata: esto no es democracia, es telenovela con presupuesto público. Agárrense, que el próximo capítulo promete más traiciones que «La Usurpadora».

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