En el Día Internacional contra la Corrupción, desde MCCI queremos pronunciarnos ante el deterioro del Estado de derecho, el debilitamiento de las instituciones y la creciente impunidad que hoy enfrenta México. La sociedad civil es una aliada para combatirla y no debe ser descalificada. Exigimos instituciones fuertes, transparentes y capaces de actuar, y llamamos a sustituir los discursos por decisiones firmes que verdaderamente frenen la corrupción y reconstruyan la confianza pública.
Hoy, en el Día Internacional contra la Corrupción, es necesario hacer un corte de caja y reconocer la realidad que enfrentamos. México no está avanzando. Los principales indicadores nacionales e internacionales de corrupción, Estado de derecho y justicia muestran un deterioro sostenido, lo mismo si se trata de los datos del INEGI que los del Proyecto Mundial de Justicia. No se trata de opiniones. Son mediciones serias que retratan un país donde las instituciones se debilitan y la impunidad crece.
Pero más allá de los índices y las estadísticas, están los hechos. En los últimos años han salido a la luz los casos de corrupción más grandes y complejos de los que tengamos registro. El huachicol fiscal, las enormes redes de empresas fantasma y factureras, así como las evidencias de vínculos entre el crimen organizado y distintos actores políticos, revelan que no estamos ante incidentes aislados. Estamos frente a un fenómeno estructural que atraviesa al Estado, a la economía y a la vida pública.
Tan solo por tomar el caso del huachicol fiscal, las estimaciones señalan que las pérdidas pudieron llegar hasta 600 mil millones de pesos. Eso implica que, durante los últimos 7 años, esas redes de corrupción se apropiaron, solo por este esquema, de 277 millones de pesos cada día u 11 millones cada hora. Con esos recursos podría cubrirse el presupuesto de la Secretaría de Salud por más de una década. En los casi 10 años que Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad lleva existiendo, no habíamos visto un esquema de semejantes dimensiones.
Es indispensable decirlo sin rodeos: ningún gobierno puede combatir la corrupción si comienza por negarla. Ya sabemos a dónde lleva la negación. Descalificar a quienes la señalan, minimizar los escándalos, proteger a los responsables o simplemente voltear hacia otro lado agrava un problema que no se resuelve solo.
Desde MCCI lo hemos dicho siempre: la sociedad civil no es adversaria del Estado. El trabajo periodístico, académico y de investigación que realizamos nosotros y muchas otras organizaciones podría ser aprovechado por las autoridades para desmantelar redes y mecanismos de corrupción, en lugar de ser una excusa para atacarnos. Nuestra labor no es ser opositores, solo es presentar evidencias y hablarle con la verdad al poder.
Lo que buscamos son instituciones fuertes, completas y capaces de operar sin interferencias. Fortalecer a las dependencias encargadas de combatir la corrupción es imperativo. Requerimos un sistema que funcione, que investigue, que sancione y que prevenga. Debemos detener la normalización de la corrupción y la impunidad. Es intolerable que hoy 93 de cada 100 delitos de los que son víctimas los mexicanos no sean investigados por las autoridades; eso que se conoce como la cifra negra y que sigue creciendo.
Necesitamos que quienes gobiernan entiendan que este no es un asunto de colores partidistas ni de ideologías: es un asunto de Estado. La crisis de violencia, los problemas de desabasto de medicamentos, el aumento de carencias de salud, el débil crecimiento económico y tantos otros problemas públicos que hoy vivimos, se agravan como consecuencia de la corrupción y la inacción frente a ella.
México merece instituciones que funcionen, procesos transparentes y autoridades que rindan cuentas. Instituciones capaces de resistir presiones y cumplir su mandato, no espacios para ser ocupados con leales, para aplicar la ley a modo o para vendettas políticas. Exige transparencia como principio, no como concesión.
Sí, nosotros denunciamos la corrupción y exigimos resultados. Pero también queremos colaborar y tener la oportunidad de que nuestras propuestas sean escuchadas. Si realmente la sociedad y las autoridades estamos comprometidos con un México sin corrupción, este día debería servirnos para marcar el inicio de algo distinto. No con declaraciones, sino con decisiones. No con discursos, sino con hechos.
Ese es el llamado que hacemos hoy. Y esa es, también, la responsabilidad que compartimos.




































