La cristiada, guerra santa a rememorar

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Tras la revolución mexicana surgió, de esta misma serie de revueltas y caudillismos, una abierta persecución a todo lo cristiano y la iglesia, que con el gobierno del general Plutarco Elías Calles se volvió no solamente terrible sino además, con torcidas bases legales, el lo que se conoció como “ley Calles”, que buscaba controlar, limitar toda actividad religiosa católica en México.

Una gran persecución, que no solamente impidió muchas actividades católicas, de la jerarquía eclesiástica, de sacerdotes y en particular de los seglares y sus organizaciones. Y no sólo dificultó a tal grado la vida religiosa, que ni siquiera las misas se pudieran celebrar regularmente, sino en la clandestinidad, sino que la persecución gubernamental llegó al grado de encarcelar, torturar y asesinar a muchos católicos, convertidos en mártires.

Los mártires del tiempo de la gran persecución llevaron a la canonización de muchos de ellos, de hecho la mayoría de los santos mexicanos son esos mártires, incluyendo sacerdotes y laicos, hasta en extremo de un niño llamado José Sánchez Del Río, torturado y asesinado por negarse a renegar de Dios y que alabara al gobierno callista. José murió gritando ¡viva Cristo Rey! En vez de lo que se le exigía de viva el supremo gobierno.

Los laicos mexicanos buscaron resistir a la persecución por medio de los que se llamó la Liga Defensora de la Libertad Religiosa, encabezada por uno de los grandes líderes católicos de la época, apodado “El Maestro”, Anacleto González Flores.

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Pero los católicos. fieramente perseguidos por el gobierno de Calles en sus defensas legales y de manifestaciones populares fueron ampliamente rebasados por la persecución religiosa, que se recrudeció en 1924. Ante estos hechos, muchos católicos encabezados por diversos líderes, seglares y hasta sacerdotales decidieron que la defensa armada era la única solución a lo que se llamaba “el conflicto religioso”.

De esta manera, sobre todo en el occidente y algunos estados del centro del país muchos católicos se levantaron en armas con el universalmente reconocido derecho a la legítima defensa de sus derechos y libertades. Levantamientos que no fueron resultado de acciones o mandatos de la alta jerarquía católica (con muchos obispos expulsados del país). Fueron la acción de muchos varones católicos que tomaron las armas, apoyados por sus mujeres y familias.

A ese levantamiento popular se le conoce como “la cristiada”, por su grito de combate y defensa de ¡Viva Cristo Rey! Pero durante muchas décadas ese gran conflicto armado fue silenciado en el recuento de la historia mexicana del siglo XX. La actitud oficial, con gran éxito y vanagloriándose de la Revolución Mexicana, adoptó la actitud de “aquí ya no pasó nada”.

De esta manera, durante muchos años, y aún en los presentes, muchas personas no se enteraron de esa epopeya histórica de la guerra cristera en defensa de la libertad religiosa. Hace unos años se presentó una importante película llamada precisamente “La Cristiada”, y en su versión original en inglés “For greater glory”. Su exhibición logró evidenciar ante el aún subsistente silencio histórico oficial, la existencia de esa guerra cristera, la del ¡viva Cristo Rey!

En el próximo 2026 se cumplirán cien años del inicio de La Cristiada, una guerra popular que evitó que México se perdiera completamente en la dominación anticristiana de los gobiernos de control masónico.

Aún en la historia general del mundo, no sólo en México o América Latina, la guerra cristera fue una de las mayores epopeyas de la legítima defensa armada de la libertad religiosa. Aunque la persecución callista y de sus sucesores disminuyó sensiblemente tras lo que en 1929 se llamó “los arreglos” entre algunos obispos mexicanos y representantes del gobierno federal, sin esos grandes sacrificios de vida de los cristeros, esos mismos “arreglos” no hubieran podido siquiera llevarse a cabo.

Así que en remembranza de esos hombres y mujeres “que dieron su vida por su patria y por su Dios”, debemos los cristianos comprometidos con nuestra fe, volver a gritar ¡viva Cristo Rey! Y enseñar a todo el pueblo lo que fue La Cristiada, la gran defensa armada de la libertad religiosa de la que las siguientes generaciones hemos disfrutado.

@siredingv

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