Ay, Michoacán, tierra de aguacates y balazos, donde hasta el Día de Muertos se pone más picante que un mole con chile de árbol. Imagínense la escena: el velorio de Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan que se la jugó contra el narco y terminó con plomo en el cuerpo durante el pinche Festival de Velas. El tipo, que andaba cargando a su chamaco como cualquier papá normal, se come una ráfaga de arma de fuego porque, ni madres, en México la seguridad es como el amor de los políticos: prometida, pero nunca llega.
Y ahí va Alfredo Ramírez Bedolla, el gobernador morenista que se cree el rey del mambo, a dar el pésame. ¿Resultado? Un repudio de antología: «¡Fuera asesino!», «¡Lárgate, cabrón!», le gritan los deudos, mientras una doña enardecida le suelta una cachetada que hasta el difunto aplaudiría desde el más allá. Lo corren como a un ladrón en tianguis, con insultos volando más rápido que las balas que mataron a Manzo. Bedolla, con su cara de «yo no fui, fue el diablo», sale pitando, pero el daño ya está hecho: el pueblo no traga más cuentos de hadas sobre «abrazos, no balazos».
Pero el remate viene en Morelia, donde el coraje se desborda como tequila en fiesta brava. Cientos marchan por justicia, irrumpen en el Palacio de Gobierno, queman oficinas y pintan el «Fuera Bedolla» como si fuera el nuevo grito de guerra. No es vandalismo, es catarsis colectiva: el hartazgo de un estado donde los cárteles mandan más que el gobernador. Y mientras Bedolla se esconde en su búnker, la gente une fuerzas en una sola consigna, como en los viejos tiempos de la Revolución, pero sin Villa ni Zapata, solo con celulares grabando el desmadre.
Ahora, ¿y el futuro electoral de Morena en 2027? Ahí está el chiste cruel. Hasta hace ratito, las encuestas lo pintaban rosadito: Bedolla con 52-62% de aprobación, Morena liderando con 48-50% para la gubernatura. Pero este fin de semana, el gobernador se convirtió en el punching bag oficial, y el repudio huele a veneno para la 4T en Michoacán. ¿Retendrán el poder? Si no limpian la casa –y rápido, con jabón de verdad, no con discursos–, van a bailar con lobos narcos y votantes cabreados. Imagínense: en 2027, el PAN o el PRI resucitando como zombis, y Morena pagando los platos rotos de una seguridad que es puro humo. Bedolla, carnal, si no renuevas el guardaropas con chalecos antibalas para la imagen, olvídate de la reelección moral. El pueblo ya votó con los pies: ¡fuera! ¿O qué, ahora sí abrazamos a los que queman palacios?
