Diez millones de mexicanos viven con osteoporosis: tecnología y movimiento asistido ayudan a quienes tienen movilidad reducida

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La osteoporosis, conocida como la “enfermedad silenciosa de los huesos”, afecta a más de 500 millones de personas en el mundo, de acuerdo con la OMS. En México, se estima que 10 millones de personas viven con esta condición, una de cada tres mujeres y uno de cada cinco hombres mayores de 50 años podría sufrir una fractura relacionada con esta condición a lo largo de su vida.

Más allá de la estadística general, hay un grupo particularmente vulnerable: las personas con discapacidad y movilidad reducida. Esta enfermedad debilita los huesos al reducir su densidad y calidad, volviéndolos frágiles y propensos a fracturas, en especial en la cadera, la columna y la muñeca. “Lo más grave es que avanza sin síntomas claros y muchas veces se descubre hasta que ocurre la primera fractura. La osteoporosis deteriora la estructura interna del hueso, lo hace más poroso y menos resistente, como si se debilitara desde adentro. Por eso puede fracturarse con movimientos mínimos”, comentó el Dr. Arturo Pichardo, médico cirujano especialista en rehabilitación.

Esta fragilidad es todavía más evidente en quienes no pueden mantenerse activos, ya que la falta de movimiento acelera la pérdida de masa ósea. Los huesos, al igual que los músculos, necesitan estímulos mecánicos para conservar su densidad. Cuando una persona permanece en cama, en silla de ruedas o con movilidad muy limitada por enfermedades neurológicas como el Parkinson, la esclerosis múltiple o un infarto cerebral (EVC), el deterioro óseo se acelera.

Frente a esto, la rehabilitación adquiere un papel distinto: no se limita a recuperar funciones después de una lesión, sino que se convierte en una estrategia preventiva para proteger la salud de los huesos. “La rehabilitación con tecnología permite estimular los huesos aun en pacientes que no pueden caminar. Exoesqueletos, plataformas de balance y sistemas de suspensión parcial de peso ayudan a mantenerlos fuertes y a reducir el riesgo de caídas y fracturas”, comentó el especialista.

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La tecnología no sustituye al paciente, pero le devuelve la posibilidad de movimiento aun cuando no lo puede realizar de forma independiente. Ese movimiento, repetitivo y controlado, envía una señal a los huesos para que conserven su densidad, al mismo tiempo que fortalece músculos y articula un nuevo sentido de autonomía. 

“En lugares como Clínica CEREBRO, se utiliza el movimiento asistido para darles el estímulo que no pueden recibir de manera natural y así prevenir fracturas que pueden cambiar la vida de un paciente. Este mismo enfoque se aplica también en personas con riesgo de osteoporosis o caídas, fortaleciendo huesos y músculos mediante ejercicios específicos y dirigidos por profesionales, con el objetivo de mejorar el equilibrio, limitar la prevalencia de fracturas y mantener la autonomía”, finalizó el Dr. Arturo Pichardo.

La inmovilidad acelera el desgaste óseo, pero el movimiento asistido demuestra que incluso en quienes no pueden caminar por sí mismos, o en quienes buscan prevenir la fragilidad ósea, los huesos aún pueden rehabilitarse y conservar su fortaleza.


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