¡Ay, nanita! Justo cuando creíamos que Alejandro Gertz Manero, el fiscal que parecía inmortal en la FGR, se iba a la embajada a poner los pies en alto y cobrar en dólares, ¡pum! El paraíso diplomático se tambalea como tequila de garrafón. La presidenta Sheinbaum lo mandó para allá con besitos y «reconocimiento a su trabajo», pero ahora resulta que la Fiscalía, esa que él dejó como un chiquero, anda escarbando en su cloaca interna. Investigaciones por fabricar delitos, filtraciones chuecas y hasta torturitas para sacar confesiones en el caso Odebrecht. ¡Y ni hablemos del show familiar con Alejandra Cuevas Morán!
Cuevas, la pobre, pasó 528 días en Santa Martha Acatitla por un «homicidio por omisión» que la SCJN dijo: «¡Esto ni existe, cabrones!». Todo por la muerte de Federico Gertz en 2015, el hermano del fiscal, que Gertz revivió como zombie en 2020 para joder a su excuñada Laura Morán y a la hija de ella. Amenazas a los chavitos de Cuevas: «Declaren contra tu jefa o los meto a mí». La CIDH ya abrió el expediente, y la Cámara de Diputados reactivó el juicio político contra el viejo. ¡Venganza familiar con sello oficial, nomás porque sí!
Gertz, con sus 86 pirulos, debe estar echando chispas. «¡Me van a joder la embajada!», grita en privado, según chismes de pasillo. Y ojo, que el mero mero amenaza con soltar la sopa: expedientes jugosos contra Morena, esos que guardaba como calzones sucios. ¿Recuerdan el caso Rocha Cantú, el de Miss Universo con nexos narco? O la Estafa Maestra que se diluyó en pedacitos. Si lo aprietan, ¡pum!, revienta la piñata guinda con huachicol, Alito Moreno y hasta científicos del Conacyt que Gertz quiso crucificar por diversión.
Sheinbaum, que lo despidió como si fuera el héroe de la 4T, ahora suda la gota gorda. ¿Le dan la embajada o lo dejan en la banca, con Ernestina Godoy limpiando el desmadre? Esto huele a traición interna, a «agradece lo que te dimos, pero no tanto». Gertz, el que perseguía con el Estado en la mano, ahora persigue su pensión diplomática mientras Cuevas exige disculpa pública: «¡Mentirosa, Claudia, suéltalo todo!».
En fin, devotos de la justicia selectiva, aquí el chiste: el que siembra vientos, cosecha huracanes. Gertz, ¿embajador o chivo expiatorio? Apuesto por lo segundo. ¡Que reviente el archivo, y a ver quién sale limpio!
