Se ha desdibujado el quehacer político para dar paso a la grilla barata: los insultos, las grescas, descalificaciones, mentiras, engaños y las diatribas insulsas, corrientes y vulgares, que solo sirven para identificar la personalidad de quienes son protagonistas, pero que no aportan nada en beneficio del país, ha ocasionado.
En efecto, después de la lamentable escaramuza entre Fernández Noroña y Alejandro Moreno, al culminar los trabajos de la Comisión Permanente, donde intercambiaron palabras revanchistas y empujones, ese episodio únicamente sirvió para evidenciar el triste papel y nivel de debate en el legislativo.
No obstante, les ganó la miopía, lo estrecho de su criterio, lo egocéntrico de su perfil, la mitomanía que los envuelve y les impide ver más allá de los arbustos que los rodean, en un afán de revancha y de venganza, Noroña decidió actuar a su favor.
Lejos de pedir disculpas al pueblo de México por esos acontecimientos denigrantes, el Presidente del Senado y, a su vez de la Comisión Permanente, tuvo la ocurrencia de convocar a una Sesión Extraordinaria con el objeto de continuar su defensa con relación a los hechos, colocándose en calidad de victima y obtener el apoyo de su bancada que al ser mayoría de antemano lo tenía.
Hizo lo propio Claudia Sheinbaum en una mañanera, al tomar partido a favor de su correligionario y bautizando como “porro” a Alejandro “Alito” Moreno, cargándole las culpas, tomando la defensa de su compañero de partido, metiéndose al conflicto y tomando parte en este.
Ni siquiera se dieron cuenta que la gran víctima de esos escándalos somos todos los mexicanos, que sostenemos las dietas y los salarios de los legisladores y de todos los servidores públicos para que actúen en defensa de los intereses del país, para que cumplan a cabalidad con sus funciones y, después de una penosa situación como la acontecida, lo menos que podía esperarse era una disculpa pública al pueblo de México, la que nunca llegó.
En términos similares, la titular del Poder Ejecutivo, en vez de involucrarse en un pleito de barriada, estaba obligada a hacer un llamado a la concordia y prudencia; a la calma y al dialogo como vehículo para zanjar diferencias, sin embargo, se condujo como Jefa de Partido.
No comprenden que la situación del país se encuentra en condiciones complejas, las amenazas de todo tipo están por doquier y, para sortear los tiempos difíciles como los que transitamos se necesita de la unidad y concordia nacional, no obstante, siguen aferrados a mantenernos en constante discrepancia.
El que un Presidente de la Cámara de Senadores termine su encargo en las condiciones de Fernández Noroña, prácticamente sin reconocimiento alguno y, con múltiples recriminaciones, deja mucho que desear, es un reflejo inequívoco de una forma de actuar calificada de oprobiosa y parcial.
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