¡No, bueno! Agárrense que la cosa está que arde en el Senado mexicano. Resulta que nuestra querida Lily Téllez, esa que antes se paseaba por los pasillos de TV Azteca, ahora se ha convertido en la reina del drama parlamentario. Y es que la morra, ni tarda ni perezosa, le aprendió las mañas a los de Morena para armar su propio show. ¡Y vaya que lo hace bien!
Con una teatralidad que ni el mejor de los actores de la Rosa de Guadalupe, la Téllez se planta, grita, manotea y hasta parece que invoca a la Llorona en cada votación que no le late. ¿El resultado? Unos morenistas que ya no saben ni dónde meter la cara, echando espuma por la boca y, lo peor, ¡agrediéndola físicamente! ¡No mamen! ¿Neta? ¿Llegar a los golpes porque una les canta el precio?
A ver, seamos sinceros, la forma de protestar de la señora Téllez puede ser más insoportable que la tía borracha en Navidad. A muchos nos cae como patada en los bajos porque se ve que nomás le gusta el performance y la cámara. Pero de ahí a que la jaloneen, la empujen y hasta le griten epítetos dignos de un mercado de mariscos, ¡eso ya es pasarse de lanza!
Porque una cosa es la grilla y el estire y afloje político, y otra muy diferente es la violencia. Que te caiga gorda es una cosa, que te den ganas de mandarla a freír espárragos, pues sí, nos ha pasado a todos con algún político. Pero de ahí a intentar callarla a trancazos, ¿dónde dejamos el respeto y la democracia? ¿Qué no en el Senado se supone que es para debatir y no para andar de peleadores de cantina?
Así que, mientras la Téllez siga dando la nota con sus numeritos, y los de Morena sigan mordiéndose la lengua (o la mano, en este caso), nosotros, el sufrido pueblo, seguiremos viendo este circo de tres pistas. Y es que, la verdad sea dicha, ¡está más entretenido que cualquier telenovela!
There is no ads to display, Please add some
