Adversarios Estratégicos en Discursos de Morena

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En la comunicación política, la polarización se erige como una herramienta efectiva para consolidar bases electorales, requiriendo invariablemente la identificación de un adversario que justifique la presencia de un liderazgo transformador. Durante los siete años de gobierno de Morena en México, desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder en 2018 hasta la administración de Claudia Sheinbaum en 2025, los discursos oficiales han delineado una serie de antagonistas que evolucionan según el contexto, pero mantienen un hilo conductor: la defensa de un proyecto de transformación contra fuerzas conservadoras y elitistas. Este enfoque no solo ha unificado al movimiento, sino que ha generado debates sobre su impacto en la cohesión social y la democracia.

Inicialmente, entre 2018 y 2020, los adversarios principales se centraron en los partidos opositores tradicionales, como el PRI, PAN y PRD, calificados colectivamente como la «mafia del poder». López Obrador, en sus conferencias matutinas, los asoció con corrupción endémica y políticas neoliberales que perpetuaban desigualdades. Esta narrativa se reforzó con referencias a exmandatarios como Felipe Calderón y Carlos Salinas de Gortari, presentados como símbolos de un régimen fallido. La estrategia polarizante, según analistas, facilitó la consolidación de Morena al posicionarlo como el único agente de cambio, aunque críticos argumentan que minimizó problemas internos como la violencia y la economía.

A partir de 2021, con la proximidad de elecciones intermedias, los discursos ampliaron el espectro a ideologías y instituciones. El neoliberalismo se convirtió en un enemigo abstracto, responsabilizado por la pobreza y la privatización de recursos. Organismos autónomos, como el INE y el INAI, fueron tildados de obstáculos burocráticos al servicio de intereses elites, lo que generó controversia al cuestionar su independencia. Amenazas externas, como «conspiraciones» de medios de comunicación y empresarios, se incorporaron para explicar resistencias al gobierno, exacerbando divisiones sociales. Encuestas de esa época revelan una polarización ideológica creciente, con morenistas percibiendo a panistas en polos opuestos, mientras apartidistas ven un espectro más moderado.

Hacia 2024-2025, bajo Sheinbaum, los adversarios se adaptaron a nuevos desafíos. Discursos en eventos como el Zócalo enfatizan la continuidad de la «Cuarta Transformación» contra «adversarios políticos» que buscan revertir avances sociales. Internamente, fricciones en Morena, como divisiones entre «obradoristas» y «claudistas», han sido minimizadas, pero filtraciones y pleitos revelan tensiones que podrían volverse polémicas si erosionan la unidad. Amenazas externas persisten, incluyendo campañas negativas atribuidas a consultores extranjeros, lo que invita a debates sobre injerencia y polarización importada. Esta evolución sugiere que la retórica adversarial no solo responde a realidades políticas, sino que las moldea, potenciando movilizaciones pero arriesgando un hartazgo social que deslegitime instituciones.

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En síntesis, los adversarios de Morena han transitado de partidos concretos a ideologías y problemáticas sistémicas, manteniendo la necesidad de un «héroe» colectivo. Esta estrategia ha fortalecido electoralmente al partido, controlando 24 estados en 2025, pero ha profundizado divisiones, generando polémica sobre si fomenta democracia inclusiva o confrontación perpetua. Futuros análisis deberán evaluar si esta polarización es sostenible ante demandas de unidad nacional.

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