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Adiós, S.S. Francisco

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Expresión de encomendar a Dios, a quien dedicó su vida a dar un mensaje y testimonio de paz, amor y compromiso social.

En el conflictivo contexto mundial en el que vivimos, El Papa Francisco era un faro de luz que iluminaba el espíritu y guiaba la esperanza a un mundo mejor.

Al referirse a la empresa y una fundación cooperativa, su S.S. Francisco escribía: «la primera ayuda que podemos dar a la sociedad es poner en valor los bienes que tenemos, con un servicio profesional que afronte las necesidades reales de las personas y permita un desarrollo sostenible».

Se trata de un mensaje que destaca la ayuda que una empresa puede dar a la sociedad, no solo desde el punto de vista económico, sino como un servicio profesional que responda a las necesidades reales de las personas.

Al mismo tiempo en que se destaca la función social de la empresa, el Jefe del Estado Vaticano difundía un compromiso con el desarrollo sostenible, dando ejemplo del liderazgo mundial en favor del planeta y de las generaciones futuras.

Si todos los líderes mundiales se comprometieran y dirigieran sus mensajes a sus naciones incluyendo el compromiso con el desarrollo sostenible se generaría el cambio que nuestro planeta está requiriendo en beneficio de la humanidad.

En el mismo discurso aludido S.S. Francisco refería que «Lo primero es cooperar, trabajar juntos, aunar fuerzas, conformar un mosaico, donde todos son importantes, pero al mismo tiempo conscientes de que es en el conjunto donde se puede percibir la belleza de la obra».

En ese sentido la unión de las fuerzas cobra un significado relevante en el trabajo de las empresas, (el cual aplicó para toda la sociedad), en donde todos son importantes, no sólo para lograr los resultados y alcanzar los objetivos, sino porque al mismo tiempo son conscientes de que es en el conjunto donde se puede percibir la belleza de la obra.

La consciencia de que no vivimos aislados y sólo somos entes individuales, sino que formamos parte de una sociedad, en la que a partir de dicha consciencia en el conjunto se logra algo más importante, que es percibir la belleza de la obra.

Enfrentamos un mundo dividido por una guerra comercial debido a la imposición de aranceles que lamentablemente no deja ver un problema de fondo, en el que se deja de lado la humanidad para beneficio de un segmento.

En verdad, ¿edificando muros físicos o comerciales se beneficiará al pueblo de alguna nación en particular? El cambio climático nos ha demostrado que los desastres ocasionados por la energía nuclear en ciertos países han terminado por afectar al mundo entero. Sin duda que los efectos de las medidas arancelarias impuestas por un país terminarán afectando a la economía mundial y a la vez los frágiles equilibrios que soportaban grandes comunidades que viven con lo mínimo.

En otro de sus muchos discursos se refería a las oportunidades que brindan los bancos y los montes de piedad, al mismo tiempo que refería los riesgos que se ocasionaban cuando las finanzas carecen de rostro y se distancian de la vida de las personas y únicamente se pretende la obtención de beneficios económicos.

«…Sin sistemas financieros adecuados, capaces de inclusión y sostenibilidad, no habría desarrollo humano integral. La inversión y el apoyo al trabajo no serían realizables sin el típico papel intermediario de los bancos y el crédito, con la transparencia necesaria. Cada vez que la economía y las finanzas tienen un impacto concreto en los territorios, las comunidades civiles y religiosas y las familias, es una bendición para todos. Las finanzas son un poco como el «sistema circulatorio», por así decirlo, de la economía: si se atascan en ciertos puntos y no circulan por todo el cuerpo social, se producen infartos e isquemias devastadoras para la propia economía. Unas finanzas sanas no degeneran en actitudes usureras, pura especulación e inversiones que dañan el medio ambiente y fomentan las guerras».

El mensaje del Jefe de la Iglesia Católica Apostólica y Romana no se circunscribe a un mensaje religioso, sino que a partir de los principios de una moral católica se observa con sinceridad la realidad y se promueve el cambio.


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