¿Se cansaron los aliens o nos cansamos nosotros? Hace apenas un par de años, el tema de los OVNIs (ahora llamados UAPs) inundaba las noticias y las redes sociales. Parecía que el contacto oficial era inminente, pero de pronto… silencio total. ¿Por qué perdimos el interés tan rápido?
Existen varias razones sorprendentes. La primera es la fatiga de la duda. Tras años de audiencias en el Congreso de EE. UU. y videos granulados que resultaron ser drones o efectos ópticos, el público simplemente se cansó de esperar una «prueba reina» que nunca llegó. La ciencia nos dice que, aunque hay miles de millones de planetas, la Paradoja de Fermi sigue vigente: si hay tanta probabilidad de vida allá afuera, ¿por qué el universo parece un desierto silencioso?
Además, nuestra atención se desvió hacia realidades más tangibles. La Inteligencia Artificial y la crisis climática ocupan hoy el lugar que antes tenía el misterio del espacio. Resulta que nos da más curiosidad (o miedo) lo que estamos creando en la Tierra que lo que podría venir de las estrellas.
Un dato curioso: muchos científicos creen que si no hemos encontrado a nadie, es por el «Gran Filtro», una barrera evolutiva que las civilizaciones no logran superar antes de extinguirse. ¿Será que estamos solos o simplemente somos demasiado aburridos para que nos visiten? Lo cierto es que el «hype» alienígena ha mutado en un realismo más escéptico. El espacio sigue ahí, inmenso y misterioso, pero nuestra mirada ha vuelto, por ahora, a nuestro propio ombligo tecnológico.
