La senadora Andrea Chávez, representante de Morena, ha mantenido un ritmo intenso de actividades en Chihuahua que despiertan sospechas de campañas electorales anticipadas, a pesar de un llamado directo de la presidenta Claudia Sheinbaum para regular tales prácticas dentro del partido. Este episodio, iniciado en abril de 2025, resalta tensiones internas en el movimiento oficialista y genera debates sobre la disciplina partidaria y los límites de la ambición política.
En abril, Sheinbaum anunció el envío de una carta a la dirigencia nacional de Morena para establecer normas que impidan adelantos en campañas, en aparente referencia a las acciones de Chávez. La legisladora, quien aspira a la gubernatura de Chihuahua, había promocionado su imagen mediante unidades móviles de salud y eventos públicos, incluyendo ambulancias con su rostro y nombre. Ante el señalamiento presidencial, Chávez expresó acuerdo público con la medida, afirmando que acataría los estatutos partidarios. Sin embargo, sus visitas semanales a diversas localidades chihuahuenses no cesaron, disfrazadas como asambleas informativas o entregas de apoyos sociales. Estas acciones han incluido mítines, distribución de volantes y posadas navideñas, lo que críticos interpretan como proselitismo encubierto.
Medios tradicionalmente alineados con Morena, como Sin Embargo, han cuestionado esta persistencia, destacando la falta de transparencia en el financiamiento de tales eventos. Analistas señalan que el origen de los recursos —posiblemente ligados a aliados como el exsecretario Adán Augusto López, mentor político de Chávez— invita a polémicas sobre posibles conflictos de interés y favoritismos internos. Además, la senadora ha enfrentado rechazos directos: en diciembre de 2025, durante un evento en Delicias, productores agrícolas la repudiaron con mantas que la tildaban de «traidora» por su voto a favor de la reforma a la Ley de Aguas, promovida por Sheinbaum. Este incidente llevó a la cancelación de actividades, revelando fracturas entre el gobierno federal y sectores rurales, y cuestionando si el apoyo popular que Chávez presume es real o inflado.
Esta situación genera controversia al exponer posibles divisiones en Morena: ¿representa la actitud de Chávez un desafío a la autoridad presidencial o una estrategia para consolidar bases locales? Algunos observadores argumentan que refleja una cultura de impunidad en el partido, donde las aspiraciones personales priman sobre la equidad electoral. Otros defienden que sus acciones responden a demandas comunitarias, aunque sin rendir cuentas claras. El impacto en la gobernabilidad es notable, ya que erosiona la imagen de unidad que Sheinbaum busca proyectar, especialmente en un contexto de polarización nacional.
A mediano plazo, este caso podría influir en las reglas internas de Morena para futuras contiendas, promoviendo mayor vigilancia del Instituto Nacional Electoral. Mientras tanto, la insistencia de Chávez en posicionarse como candidata, pese al costo reputacional, subraya un debate ético: ¿dónde termina la labor legislativa y comienza la campaña? Esta dinámica invita a reflexiones sobre el equilibrio entre ambición y lealtad partidaria, potencialmente afectando la cohesión del oficialismo rumbo a elecciones estatales.
