En medio del discurso uniforme de los funcionarios vinculados abiertamente no solo con el Gobierno de la presidenta Sheinbaum Pardo sino con el proyecto de la 4T que sigue encabezando el presidente emérito Andrés Manuel López obrador, dentro de sus cuadros siguen existiendo enfoques racionales disidentes que debieran tener una lectura estratégica.
El economista Gerardo Esquivel se forjó en las áreas del Gobierno del Distrito Federal durante la gestión de López Obrador y de ahí acompañó al líder en posiciones que tenían que ver con la política económica. En algún momento estuvo perfilado a la gubernatura del Banco de México, pero por su enfoque propio –aunque en la línea general de la 4T– prefirieron mantenerlo dentro del Banco de México pero sin la posición máxima.
En su artículo del pasado lunes 17 en Milenio (https://www.milenio.com/opinion/gerardo-esquivel/otros-angulos/apuntes-sobre-la-marcha), a horas de realizada la manifestación de la autodenominada Generación Z, Esquivel le dio una muy interesante y aprovechable lectura que iba más allá del elogio o la condena: el análisis de los mensajes y significados de esas expresiones amorfas pero militantes que han salido a las calles de manera masiva a mostrar que la correlación real de fuerzas sociales en las calles es muy distinta a la que se percibe desde la academia encerrada en el cubículo o desde las oficinas públicas.
Los tres primeros párrafos del texto de Esquivel no tienen desperdicio y se citan textualmente para evitar interpretaciones:
“¿Había razones legítimas para marchar? Sí, la inseguridad y la violencia allí están. No son un invento. El descontento de algunos grupos opositores con el gobierno actual también es una razón válida para marchar y protestar. Así ha sido siempre y así debería seguirlo siendo.
¿Qué no fueron sólo jóvenes a la marcha? Obvio, pero eso qué. En las marchas siempre confluyen distintos grupos con distintas razones para hacerlo. Esa no debería ser ninguna justificación para descalificar a una movilización social.
A decir verdad, la marcha convocó a más gente de la que yo hubiera anticipado. Creo que la reacción desde el poder incluso la impulsó. La marcha originalmente convocada quizá hubiera pasado mayormente desapercibida. La atención que recibió desde la mismísima Presidencia le dio una importancia que muy probablemente no tenía.
La cercanía al poder le ha dado a Esquivel una especial sensibilidad para entender la dinámica que subyace detrás de las fórmulas de la economía. Y de manera directa, desde dentro del bloque gobernante, aunque aún en las goteras del grupo, de alguna manera exhibe como error el hecho de que días previos a la manifestación se haya hablado de la marcha en el espacio centralizador de las mañaneras, lo que se convirtió en un motor dinamizador de la atención pública y alimentó la morbosidad de muchos que asistieron a la marcha solo porque en la mañaneara dijeron que no fueran.
Las opiniones finales de Esquivel sobre lo que calificó como errores en el funcionamiento de la estrategia de seguridad pública capitalina en la plaza –sobre todo en el Zócalo– también deben de anotarse como subrayados a tomar en cuenta porque no todos los seguidores de la 4T responden como bots oficiales a las líneas discursivas centrales de los lineamientos gubernamentales, y es también de apuntarse la referencia de Esquivel al reparto de responsabilidades:
“La prudencia y madurez que le faltó al gobierno federal, la tuvo la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. De esta parte no hubo descalificaciones ni reclamos anticipados. Por lo mismo, el gobierno local saldrá mejor librado de las acusaciones de intolerancia y represión”.
Las reacciones de Palacio Nacional y de todas las representaciones sociales del proyecto político de la 4T no supieron, no pudieron, no entendieron o no los dejaron dar un razonamiento estratégico a una expresión social desordenada, sin discurso y sobre todo sin dirección nacional que dejó sentados los indicios de que la sociedad mexicana aún en situación minoritaria está encontrando capacidad de expresión para abrirse paso hacia el interior de Palacio Nacional.
Hasta ahora no hay indicios de que la marcha de la Generación Z pueda ser el fermento de una oposición organizada con influencia importante en las elecciones legislativas federales y de gobernadores del 2027, en la revocación del mandato de 2028 y en las votaciones presidenciales de 2030, pero no erraría mucho quien pueda decir que en esos asistentes de esa marcha y de muchas otras que serán convocadas por grupos diferentes se está perfilando ya cuando menos el ambiente para una votación contra los candidatos de la 4T que apenas si rebasaron con alianzas y no por sí misma la mayoría calificada en el Congreso y no alcanzaron las votaciones del viejo PRI de 1982 hacia atrás.
La alerta de Esquivel fue pública y ese es también otro elemento para la lectura estratégica.
Política para dummies: la política tiene que estar alerta de lo que se mueve debajo de los océanos y más allá de la esfera celeste.
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