Una errática estrategia de comunicación social de Palacio Nacional y las indecisiones para gestionar la muy delicada agenda presidencial de final del primer año de gobierno y el inicio del segundo siguen contaminando el caso del senador morenista Adán Augusto López Hernández y el apoyo abierto del presidente emérito Andrés Manuel López Obrador para empañar el escenario de la semana decisiva en que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo debería de tener el espacio mediático exclusivo a su servicio para fijar su agenda presidencial.
Lo que queda de este escenario político conflictivo e inestable es la percepción de que la agenda política del presidente emérito está infectando la agenda política de la presidenta en funciones y que las ambigüedades gubernamentales respecto a la corrupción, a las investigaciones y amenazas de que no habrá impunidad de alguna manera le restan espacio político primordial a las prioridades fundamentales de Palacio Nacional para el inicio del segundo año de la administración.
El caso del senador Adán Augusto estalló en la sociedad mediática y política, se apoderó de los espacios en prensa crítica diaria y acaparó los ritmos de la conversación digital, pero con la circunstancia agravante de que no fue una iniciativa del Gobierno de la presidenta Sheinbaum sino que se dio como consecuencia de una filtración en Estados Unidos sobre los problemas del huachicol gasolinero y del huachicol fiscal y la respuesta gubernamental fue ambigua y dejó entrever indicios interpretativos –pero no reales– de que esos temas estarán formando parte de un deslindamiento transexenal natural que ocurre con quien tiene la titularidad del Poder Ejecutivo en funciones respecto a su antecesor en la coyuntura determinar el primer año de gobierno e iniciar el segundo.
Palacio Nacional y sus oficinas políticas y hacendarias se movieron con demasiado cuidado para no mandar mensajes equivocados al Palacio de Invierno de Palenque, pero en el ambiente político mediático del círculo rojo en efervescencia dejó indicios que se pudieron haber interpretado como que “algo” se estaba cocinando y que formaba parte de un deslindamiento entre dos sexenios por el supuesto interés presidencial actual de recuperar para su agenda las posiciones privilegiadas de las coordinaciones de diputados y senadores y el control del partido Morena que está en manos del presidente emérito.
En los hechos no existen ni siquiera evidencias interpretativas de que eso pudiera estarse cocinando, puesto que la presidenta Sheinbaum Pardo no pierde oportunidad para elogiar en público al “presidente” López Obrador ya como expresidente y que ese mensaje está indicando que en realidad y en el fondo la continuidad está garantizada, pero dicen algunos interpretadores de las claves de Palacio Nacional que la presidenta en funciones requiere de margen de maniobra propio e instrumentos de poder que siguen estando en sus manos el presidente emérito.
El asunto es que las ambigüedades han servido para que la conversación mediática enfatice en un enfrentamiento entre presidenta y presidente y que habría una debilidad política con miras a la prioridad de sobrevivencia de la 4T de ganar con sus aliados otra vez la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y de no ceder ninguna gubernatura morenista en disputa y también todo el esfuerzo para arrebatarle al PAN, al PRI, al Verde y a Movimiento Ciudadano sus enclaves locales.
El punto de inflexión que debía de haber ya sobreseído el caso del senador Adán Augusto ya se pasó pero el tema sigue in crescendo por la falta de habilidad en la comunicación política de Palacio Nacional y sobre todo por las preocupaciones del presidente emérito de que seguir insistiendo en la relación Adán Augusto-La Barredora-Hernán Bermúdez estaría siendo alimentada desde Estados Unidos y las oficinas interesadas en el tema que obsesiona al presidente Trump: el crimen organizado en México dentro del aparato político del Estado.
Los mensajes de la presidenta y de la secretaria de Gobernación de que no habrá impunidad y que pronto se difundirán noticias judiciales contra los presuntos responsables del caso de La Barredora, del huachicol gasolinero y del huachicol fiscal no hacen más que alimentar la conversación digital y las expectativas de que de un momento a otro habría sorpresas penales contra el senador López Hernández y que tendría que darse un reacomodo político de poder y de lealtades entre Palacio Nacional y el Palacio de Invierno de Palenque, pero siempre en el clima de expectativas negativas.
Lo que se haga después del inicio del segundo año de gobierno y con miras al mitin de celebración del próximo domingo tendrá mayores costos políticos si no se asume desde ahora ya la decisión de sobreseer el caso Adán Augusto como está o de liberar procedimientos judiciales que causarían estragos al interior de morena y del grupo López Obrador.
Política para dummies: hay momentos en que la comunicación determina la política.
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