¡Órale, compadres! Aquí en DeVotos y otros políticos Nonsanctos, donde destripamos el circo político con más sal que un tamal de mole y menos piedad que un taquero en hora pico. Hoy, el protagonista es Adán Augusto López Hernández, el tabasqueño que parece tener más vidas que un gato en la CDMX: exgobernador, excandidato presidencial que se quedó en «casi» como el que llega tarde a la pachanga, y ahora coordinador de los senadores de Morena. Pero, ¿cuánto aguanta el carnal antes de que le den el adiós a la mexicana? Puras especulaciones, pero con el olor a quemado que traen sus escándalos, el futuro pinta más negro que café sin azúcar.
Miren, el compa Adán se colgó el puesto en agosto del año pasado, cuando los morenistas lo votaron como jefe de la Jucopo, controlando la agenda y los billetazos del Senado –¡5 mil millones de pesotes en 2025, pa’ que se den una idea!– Pero desde entonces, le llueven los marros. El más gordo: su exsecretario de Seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez, alias el rey de «La Barredora», un grupito criminal que operaba como si fuera franquicia de narcos. Bermúdez huyó en enero, y ahora hay testigos chillando que financió campañas de Adán en 2018, incluyendo la gubernatura que ganó el güey. ¿Pacto con el diablo? Adán lo niega como Pedro a Cristo: «Tengo el respaldo de millones de mexicanos», dice en cada esquina, mientras en X lo tunden con memes de él bailando con capos. Hasta Alito Moreno, el priísta que no se raja, lo denunció ante el FBI y la DEA por huachicol fiscal y marranadas varias. ¡Imagínense, el FBI investigando a un senador moreno! Eso sí que es crossover de telenovela.
Y las apuestas, ay las apuestas: unos juran que Sheinbaum, que nunca lo quiso de corcholata presidencial, lo manda a una embajadita exótica pa’ que no estorbe –¿Paraguay? ¿Bolivia? Algo donde el tequila no falte, pero sin poder real. Otros, más crueles, dicen que lo van a dejar pudrirse gradual: menos votos en la bancada, reformas que se atoran como la ley antinepotismo que ya le pegó en el orgullo, y al rato, ¡pum!, retiro forzado a fincar ranchos en Tabasco. Noroña lo defiende a capa y espada –»Sigue firme, a menos que haya pruebas»–, pero hasta en Morena susurran que removerlo sería admitir que la 4T baila con el narco. ¿Y él? Hoy mismo, en pleno cumpleañitos, recibe palmaditas de colegas como Emmanuel Reyes o Saúl Monreal, pero en redes lo ven como el elefante en la cristalería: «¡Que renuncie ya, no puede seguir!»
La neta, Adán es el clásico político nonsanto: carismático como un tío borracho en boda, pero con más sombras que un eclipse. ¿Sobrevive? Depende si Sheinbaum lo usa pa’ negociar la mayoría calificada o lo bota como trapo sucio. Mientras, nosotros nos reímos del show: en México, el poder no se pierde por corrupción, sino por no saber cuándo rajarse. ¿Qué apuestan ustedes, carnales? Sigan votando… o mejor, ¡no voten por estos!
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