Sí, leíste bien, estos fascinantes habitantes del océano no se conforman con uno solo. Imagínate la logística: dos de sus corazones se encargan de bombear la sangre hacia sus branquias, que son como sus pulmones marinos, para que puedan respirar bajo el agua. El tercer corazón, el sistémico, es el que se ocupa de hacer circular la sangre oxigenada por el resto de su cuerpo. Es como si tuvieran un sistema de tuberías super eficiente para que cada parte de su anatomía reciba el oxígeno que necesita.
Pero la cosa no termina ahí, además de tener un sistema circulatorio tan particular, su sangre ¡es de color azul! Esto se debe a que, a diferencia de la nuestra que usa hierro en la hemoglobina para transportar el oxígeno (lo que nos da el color rojo), la sangre de los pulpos utiliza una proteína llamada hemocianina, que contiene cobre. Es este cobre el que le da ese tono azulado tan peculiar. Así que, la próxima vez que veas un documental sobre pulpos, recuerda que estás viendo a una criatura con un corazón extra, o mejor dicho, ¡dos extra! y un fluido vital que parece sacado de una película de ciencia ficción. ¡Son realmente asombrosos!
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