Televisa, el gigante mediático de México, ha sido un actor clave en la política nacional, moldeando narrativas y apoyando a diversos partidos en el poder a lo largo de décadas. Su influencia, derivada de controlar cerca del 66% de las concesiones televisivas y ser el mayor productor de contenido en español, le ha permitido establecer una relación simbiótica con las élites políticas, adaptándose pragmáticamente a los gobiernos en turno, desde el dominio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta la actual administración de Morena. Este análisis examina cómo Televisa ha navegado los cambios políticos en México, su apoyo a las fuerzas presidenciales y las revelaciones recientes de los TelevisaLeaks, que exponen prácticas de manipulación mediática.
Durante el siglo XX, Televisa fue un pilar del régimen priista, que mantuvo la presidencia de 1929 a 2000. Emilio Azcárraga Milmo, expropietario, se autoproclamó “soldado del PRI”, reflejando una alianza explícita donde la televisora garantizaba cobertura favorable a cambio de privilegios económicos y políticos. Esta relación permitió al PRI consolidar su hegemonía, con Televisa controlando la narrativa pública a través de noticieros y telenovelas que reforzaban el statu quo. Sin embargo, la transición democrática en 2000, con la victoria del Partido Acción Nacional (PAN), obligó a Televisa a diversificar su estrategia. Bajo Emilio Azcárraga Jean, la empresa prometió cortar lazos con el PRI, adoptando un enfoque más pragmático que le permitió negociar con el PAN y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), asegurando ingresos por publicidad política.
En el sexenio de Vicente Fox (2000-2006, PAN), Televisa mantuvo una relación ambivalente. Aunque documentos filtrados sugieren que promovió campañas para Fox, también enfrentó críticas por su cobertura sesgada contra Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en la elección de 2006. Con Felipe Calderón (2006-2012, PAN), la televisora apoyó iniciativas gubernamentales, como la serie El Equipo, financiada por el gobierno para glorificar la lucha antidrogas. Sin embargo, fue durante el retorno del PRI con Enrique Peña Nieto (2012-2018) cuando Televisa mostró un respaldo más evidente. Desde 2005, se ha acusado a Televisa de vender cobertura favorable a Peña Nieto, entonces gobernador del Estado de México, y orquestar campañas contra AMLO, prácticas que desataron protestas del movimiento #YoSoy132, que acusó a Televisa de manipular la elección de 2012.
Con la llegada de AMLO y Morena en 2018, la relación de Televisa con el poder se transformó. AMLO, crítico histórico de la televisora, redujo drásticamente el gasto publicitario gubernamental, afectando los ingresos de Televisa, que en 2018 representaban el 11% de su publicidad. Pese a esto, la empresa se adaptó, cubriendo extensamente las conferencias matutinas de AMLO, lo que algunos analistas interpretan como un intento de alinearse con el nuevo régimen. Sin embargo, las tensiones persisten, ya que AMLO ha acusado a Televisa de ser parte de una élite contraria a su proyecto.
Las filtraciones de TelevisaLeaks en abril de 2025, publicadas por Aristegui Noticias, han arrojado nueva luz sobre las operaciones de Televisa bajo Morena. Más de 5 terabytes de datos revelan la existencia de “Palomar”, un grupo clandestino liderado por Javier Tejado Dondé, exvicepresidente de información de Televisa, dedicado a campañas de desinformación entre 2018 y 2024. Estas operaciones incluyeron ataques contra empresarios como Carlos Slim, campañas para promover a Arturo Zaldívar como presidente de la Suprema Corte y fabricaciones de denuncias falsas, como un caso de abuso sexual para desacreditar a un magistrado. También se documentaron ataques contra Carmen Aristegui, en retaliación por sus investigaciones sobre Televisa. Aunque algunos posts en X sugieren que Morena fue cliente de estas campañas, esta información carece de confirmación oficial y debe tratarse con cautela.
Televisa ha negado las acusaciones, calificándolas de extorsión y anunciando acciones legales. No obstante, las filtraciones refuerzan la percepción de que Televisa opera como un actor político que adapta su influencia a los intereses del poder en turno, utilizando su alcance para moldear la opinión pública. Este patrón histórico, combinado con las revelaciones recientes, subraya la necesidad de una regulación más estricta del poder mediático en México para garantizar una democracia plural y transparente.
La información que dio a conocer #TelevisaLeaks muestra, una vez más, que la televisora se maneja de manera mercenaria ante el poder, vendiendo sus servicios al mejor postor.


























