¡Aguas, Andrés Manuel! Ya llegó el tío Sam con el puro bad blood y con Marco Rubio, ese halcón que parece tener una espinita clavada contigo, nomás esperando el pretexto para sacudirte el polvo. Desde que era legislador, el señor Rubio no ha quitado el dedo del renglón: que si el narco, que si la tiranía, que si abrazos a los malos, que si besos a los dictadores. ¡Un show! Y ahora, que lo tienen de Secretario de Estado, la cosa se pone color de hormiga, o peor, color de billete verde.
No es que andemos con el chismógrafo, pero ya andan los gringos presionando, según Reuters, para que se le meta mano a políticos mexicanos supuestamente embarrados con el crimen organizado. ¿Y quién crees que está detrás de esas insistencias? Pues sí, el mismo Marco Rubio. Dicen que ya hubo hasta reuniones en la Casa Blanca donde se puso el tema sobre la mesa, con la amenaza de aranceles y la chingada si no se ponían las pilas. ¡Como si México fuera su patio trasero!
La verdad, el ex-presidente ya se la sabe. Ha retado a Rubio a que presente pruebas, diciendo que él no es Calderón. Pero la historia nos ha enseñado que los gringos, cuando se les mete una idea en la cabeza, no la sueltan tan fácil. Y si ya están moviendo fichas contra otros políticos, como el caso de la gobernadora a la que le revocaron la visa (aunque lo desmintieron, pero el río suena a que trae piedras), pues ahí hay una señal.
Así que, querido lector, ¿es un adelanto de lo que le espera al buen López Obrador? Pues mira, en este circo de la política internacional, todo es posible. Si ya andan con la famosa «narcolista» (aunque sea desmentida, el veneno ya se regó), y con el afán de meter a la cárcel o extraditar a cuanto político les parezca sospechoso, pues a lo mejor el expresidente no se salva de que le echen un ojo. Lo que sí es seguro es que el «pequeño Marco», como le decía Trump, no se va a quedar cruzado de brazos. Agárrense que la función apenas comienza.
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