En su conferencia matutina del 8 de octubre de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum reiteró una narrativa familiar: los medios de comunicación exageran la violencia, la inseguridad y los delitos para generar una percepción artificial de caos en México. Según ella, esta «magnificación de la nota roja» distorsiona la realidad, mientras el gobierno celebra avances en la Estrategia Nacional de Seguridad, como una reducción del 32% en homicidios dolosos entre septiembre de 2024 y septiembre de 2025, pasando de 86.9 a 58.3 víctimas diarias. Sheinbaum argumenta que la percepción de inseguridad surge de aristas mediáticas, no de hechos concretos, y que los ciudadanos reconocen progresos pese a esta distorsión. Sin embargo, esta retórica choca frontalmente con la evidencia cotidiana, impulsada no por titulares sensacionalistas, sino por transmisiones en vivo y denuncias virales en redes sociales que documentan un país asediado por el crimen organizado.
Un caso emblemático ocurrió apenas el 7 de octubre en Salvatierra, Guanajuato: Guadalupe «Don Nico» Rodríguez, un vendedor de helados de 52 años, transmitía en vivo por Facebook desde su página «Helados Nico» para denunciar los baches en una carretera rural de la comunidad de Urirero. Mientras pedía reparaciones para evitar accidentes, dos sujetos en motocicleta se acercaron y le dispararon múltiples veces a quemarropa. El video, capturado en tiempo real, muestra a Don Nico desplomándose sobre el volante de su triciclo, gritando «¡Me mataron!» antes de colapsar. Su último mensaje, entrecortado, fue un adiós a su familia: «Te amo, cuida a mis niños». Este asesinato no fue un montaje periodístico; fue presenciado por miles en directo, sumándose a una ola de represalias contra ciudadanos que alzan la voz contra la negligencia estatal en zonas controladas por cárteles.
Las redes sociales amplifican esta crudeza sin filtros. En X (antes Twitter), usuarios comparten ejecuciones brutales, como la de un presunto narcomenudista apuñalado en La Acocota, o videos de reclutamiento forzado donde niños son obligados a matarse entre sí con piedras en Sinaloa. Bloqueos del crimen organizado paralizan carreteras en Zacatecas, San Luis Potosí y Jalisco, con extorsiones que extienden su sombra a negocios y cosechas. En Veracruz, el «Operativo Barredora» —vinculado a facciones del Cártel Jalisco Nueva Generación— difunde ejecuciones de rivales, como un jefe de plaza en Nanchital, editadas para evadir censura pero no el horror. Estos contenidos, con millones de vistas, reflejan una violencia que trasciende la «exageración» mediática: es la crónica ciudadana de un Estado permeado por el narco.
Las estadísticas oficiales contradicen parcialmente la narrativa gubernamental. Si bien el SESNSP reporta una baja en homicidios, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) de junio de 2025 revela que el 68.5% de las mujeres y el 56.7% de los hombres perciben su ciudad como insegura. La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2025 estima 33.5 millones de delitos en 2024, con una tasa de 24,135 víctimas por cada 100 mil habitantes, dominados por fraudes y robos. El Índice de Paz México 2025 advierte que la tasa de homicidios es 54.7% más alta que en 2015, con un alza del 71.2% en delitos con armas de fuego. Estas cifras, combinadas con 30,700 detenciones por delitos de alto impacto en lo que va del año, no ocultan la impunidad: el crimen controla territorios, recluta forzosamente y extorsiona desde prisiones.
La estrategia de Sheinbaum parece inclinarse por deslegitimar las denuncias en lugar de confrontarlas. Culpar a los medios desvía la atención de fallas estructurales, como la debilidad institucional y la «política de abrazos» heredada, que ha normalizado la barbarie. Videos como el de Don Nico o ejecuciones en CDMX y Sonora no son «inflados»; son clamores por acción. Para restaurar la confianza, México necesita inteligencia focalizada, protección a denunciantes y reformas judiciales, no silencios presidenciales. De lo contrario, la percepción no será el problema: la realidad lo será.
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