¡Qué bonita familia, diría la Chimoltrufia! Morena, la esperanza de México, o al menos eso decían, nos sigue regalando episodios de «¿Quién entiende a esta gente?» Que si Estados Unidos es el diablo, pero luego andan de shopping en Houston con visas que luego rompen y no se meten por el c*lo; que si se tiran la pedrada entre ellos como si fuera carrera de relevos, pero el «líder» (guiño, guiño) –quien además no quiere que le digan «Andy»– pide unidad a gritos, como si fuera el último boleto para ver a Peso Pluma. ¡Ay, Morena, más divididos que queso Oaxaca en taquería!
Lo más cagado del asunto es que esta nueva estirpe de políticos, que llegaron a «transformar» el país, se la pasan escupiendo sobre el pasado, sobre «los de antes», sobre los mismos partidos que ahora critican con el fervor de un testigo de Jehová en día de visita. ¡Pero sorpresa, sorpresa! Muchos de ellos, los que ahora se desgarran las vestiduras, ¡militaban en esos mismísimos partidos! ¿Será que tienen memoria selectiva o simplemente les da amnesia cuando les conviene? Es como cuando tu ex te critica por todo lo que hacías con él. ¡No, mi chavo, tú también fuiste parte de ese desmadre!
Así que, mientras Morena sigue en su novela de enredos, el pueblo, o sea, nosotros, los que pagamos sus salarios y sus viajes a Miami, seguimos esperando que se pongan de acuerdo en algo más allá de quién va a ser el próximo meme viral. ¡Pero no se preocupen, Morena, sigan así, el espectáculo está garantizado! Y recuerden el viejo dicho: «Cría cuervos y te sacarán los ojos»… o en este caso, se te irán a otro partido.
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