México: ¿Confianza o espejismo económico?

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El Indicador de Confianza del Consumidor (ICC) en México mostró un aumento de 1.2 puntos en mayo de 2025, situándose en 46.7 puntos, según datos desestacionalizados publicados por el INEGI y el Banco de México. A primera vista, la cifra podría interpretarse como una señal de optimismo en la economía nacional. Sin embargo, un análisis más profundo revela matices que preocupan a quienes observan con lupa el desempeño gubernamental.

Este incremento mensual se explica por avances en los cinco componentes que integran el indicador, los cuales miden la percepción de los hogares sobre su situación económica actual y futura, así como la del país y la propensión a adquirir bienes duraderos. No obstante, al comparar la cifra anual, el ICC experimentó una disminución de 0.2 puntos con respecto a mayo de 2024. Este retroceso anual, aunque marginal, es una señal de alerta que contrasta con el discurso oficialista de un país en franco crecimiento.

La confianza del consumidor es un barómetro clave de la salud económica, ya que refleja las expectativas de las familias sobre sus ingresos y la estabilidad de su entorno. Un ICC en ascenso mensual podría ser resultado de factores coyunturales o campañas de comunicación que buscan generar una percepción positiva, sin necesariamente reflejar una mejora estructural en las condiciones de vida de los ciudadanos. La disminución anual, por su parte, sugiere que la confianza a largo plazo no se ha consolidado, lo que podría deberse a la persistencia de desafíos económicos como la inflación, la incertidumbre en el mercado laboral o la falta de inversión productiva.

El Banco de México y el INEGI elaboran este indicador a partir de la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor (ENCO), que recaba información en 32 ciudades del país. Es importante recordar que, a finales de 2023, la recolección de datos en Guerrero se vio afectada por el huracán Otis, lo que implicó que las cifras de noviembre y diciembre de ese año no consideraran la información de Acapulco de Juárez. Si bien esta situación se normalizó en enero de 2024, es un ejemplo de cómo eventos externos pueden distorsionar la fotografía económica y dificultar una lectura precisa de la realidad.

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Para una oposición crítica, este ligero repunte mensual en la confianza del consumidor no es motivo de festejo. Es fundamental ir más allá de los titulares y analizar la trayectoria a mediano y largo plazo del indicador, así como los factores subyacentes que influyen en la percepción de los ciudadanos. ¿Realmente los mexicanos están mejorando su poder adquisitivo? ¿Se están creando empleos de calidad? ¿Existe certidumbre jurídica y económica para la inversión? Estas son las preguntas que deben responderse para evaluar si el aumento de la confianza es un reflejo de una economía robusta o simplemente un espejismo en un contexto de constantes desafíos.

La ciudadanía informada y crítica debe estar atenta a la evolución de estos indicadores, exigiendo transparencia y rendición de cuentas a las autoridades. La verdadera confianza se construye con hechos tangibles y no con cifras aisladas.


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