El «Mencho» detrás del atentado en contra de Ciro Gómez Leyva; sentencian a autores materiales

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Tras un proceso legal que generó gran expectativa, la justicia mexicana ha dictado las primeras sentencias en el caso del atentado contra el reconocido periodista Ciro Gómez Leyva, ocurrido en diciembre de 2022. Héctor Martínez Jiménez, alias «El Bart», y Pool Pedro Gómez Jaramillo, conocido como «El Pool», fueron condenados a 14 y 12 años de prisión, respectivamente. Ambos se declararon culpables de homicidio en grado de tentativa y asociación delictuosa, un giro que sorprendió a muchos, dado el secretismo que ha rodeado la investigación.

«El Bart» fue identificado como el autor material de los disparos, mientras que «El Pool» se encargó de bloquear el paso al vehículo del comunicador. La contundencia de las pruebas presentadas por la Fiscalía, que incluyeron un procedimiento abreviado, permitió estas condenas iniciales, que marcan un hito en un caso que ha sido percibido como un ataque directo a la libertad de prensa en México.

Lo más escalofriante de este caso no es solo la brutalidad del ataque, sino la revelación de la presunta conexión con el crimen organizado. Durante las diligencias judiciales, se mencionó que «El Bart», junto a otros implicados como «El Yeye» y «El Dedos», recibieron adiestramiento de una organización criminal. El fiscal detalló que, antes del atentado, se reunieron en un domicilio en la colonia Lindavista de la Ciudad de México, donde Armando Escárcega Valdez, alias «El Patrón», les habría informado que formaba parte del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y que la misión era un «encargo del señor Mencho», en clara referencia a Nemesio Oseguera Cervantes, líder de dicha organización.

La declaración de «El Bart» añadió más capas a esta trama. Según su testimonio, después del ataque, viajó a Ciudad Guzmán, Jalisco, donde fue recibido por integrantes del cártel. Allí, fue llevado a un rancho en un monte, descrito como un centro de adiestramiento con presencia de personas de origen guatemalteco y salvadoreño. En este lugar, un individuo de nacionalidad colombiana, apodado «El Primo» y vestido con ropa militar, les habría dado la bienvenida con la frase: «ya son del Cártel Jalisco Nueva Generación», para luego entrenarlos en el manejo de armas de diversos calibres.

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La implicación de un cártel tan poderoso en un ataque contra un periodista de la talla de Ciro Gómez Leyva plantea serias interrogantes sobre el verdadero alcance de la impunidad y la vulnerabilidad de la prensa en México. Si bien Ciro Gómez Leyva ha declarado que «no hay agravio de mi parte», y ha agradecido a sus abogados, la sociedad mexicana se pregunta si estas sentencias son solo la punta del iceberg y si se llegará a los autores intelectuales que ordenaron este «encargo».

Este episodio no solo es un recordatorio de los peligros que enfrentan los periodistas en el país, sino también un indicador de cómo el crimen organizado puede operar con aparente libertad, incluso para silenciar voces críticas. La ciudadanía opositora, ávida de respuestas, exige transparencia y una investigación a fondo que revele la verdad detrás de este ataque que ha sacudido los cimientos de la libertad de expresión.


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