¡Ay, Sinaloa, mi tierra de mar y balas perdidas! Aquí andamos, entre corridos de narcos y reportes oficiales que parecen sacados de un chiste malo. Imagínense: mientras el gobernador Rubén Rocha Moya posa con su sonrisa de «todo está chido» y la 4T federal jura que la paz reina, el bueno de Óscar Loza Ochoa, flamante presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, suelta la bomba: la cifra negra de desplazados por la violencia es más grande que el ego de un chapo en plena guerra de facciones. ¿Cuántos? Oficialmente, unos 800-1,800 chavos huyendo de balazos en Cosalá, Culiacán y la sierra, desde septiembre del 24 hasta ahora. Pero Loza dice: «¡Órale, carnales, eso es la punta del iceberg! Hay más familias volando como pollos sin cabeza, y ni el gobierno estatal ni el de Sheinbaum quieren verlos».
Óscar, con sus 72 primaveras de pelear por los derechos ajenos –fundador de comisiones, diputado, catedrático y hasta amenazado de muerte por decir verdades–, no se anda con chingaderas. En abril, exhibió las contradicciones de Rocha: «Dijeron que no hay desplazados en Choix y El Fuerte, pero el mismo gobernador manda despensas a la ‘diáspora’. ¡Puta madre, si hay gente huyendo, reconózcanlo!». Y tiene razón, porque en enero ya alertaba de 200 familias más en Imala y Tepuche, gracias al pleito eterno entre Mayos y Chapitos. ¿Y qué hace el palacio? Negarlo todo, como si los pueblos fantasmas fueran un meme de TikTok. La CEDH lucha por registrar a estos pobres diablos en Badiraguato o Rosario, pero el gobierno dice «no pasa na», mientras la ONU grita por protección integral. ¡Ja! ¿Proteger? Si ni pueden contarlos sin que les dé alergia la realidad.
Es el clásico numerito: arriba, la austeridad y el «abrazos no balazos»; abajo, familias durmiendo en la intemperie porque el Cártel de Sinaloa convirtió sus ranchos en zona de guerra. Rocha, ¿en serio crees que con despensas resuelves el desmadre? Y la federal, ¿sigue en su burbuja de Palacio, viendo Netflix en vez de mapas de desplazados? Loza lo clava: la violencia creció como levadura desde el 9 de septiembre, y la sociedad sufre en silencio. ¡No mames, hermanos! Es hora de recuperar calles, no solo con escobas, sino exigiendo que dejen de jugar a las escondidas con los números.
En fin, mientras los políticos bailan danzón con las estadísticas, los sinaloenses reales cargan colchones al hombro. Óscar, sigue ladrando, que los mudos en el poder no oyen ni con megáfono. ¿O tendremos que esperar a que los narcos les manden un WhatsApp para que despierten?
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