La relación comercial entre México y Estados Unidos, una de las más dinámicas y vitales a nivel global, se encuentra bajo un escrutinio constante, especialmente en lo que respecta a la política arancelaria. Un análisis reciente revela una paradoja preocupante: mientras Estados Unidos ha anunciado aranceles significativos para diversas importaciones provenientes de México, el porcentaje efectivamente cobrado ha sido considerablemente menor. Esta discrepancia, aunque aparentemente beneficiosa en el corto plazo, encierra riesgos latentes que podrían desestabilizar la economía mexicana en el futuro cercano.
Según estimaciones recientes, Estados Unidos debería haber cobrado un arancel efectivo promedio del 14.24% sobre las importaciones mexicanas hasta mayo de este año. Sin embargo, las cifras reportadas muestran que el porcentaje real aplicado fue de apenas el 4.34%. Esta diferencia de casi diez puntos porcentuales ha permitido a las exportaciones mexicanas mantener una competitividad mayor de la que teóricamente tendrían bajo los aranceles anunciados, mitigando así el riesgo de una caída drástica en las exportaciones y sus consecuentes repercusiones económicas.
A pesar de este respiro momentáneo, la situación genera una profunda incertidumbre. La política comercial estadounidense, especialmente bajo narrativas proteccionistas, es volátil. El hecho de que los aranceles anunciados no se estén cobrando en su totalidad podría cambiar de un momento a otro, sin previo aviso. Si Estados Unidos decidiera aplicar la totalidad de los aranceles ya establecidos, el impacto en el sector exportador mexicano sería devastador. Las empresas tendrían que absorber costos adicionales o trasladarlos a los precios finales, lo que reduciría su competitividad en el mercado estadounidense, su principal destino. Esto, a su vez, podría derivar en una disminución de la producción, pérdida de empleos e inversión, y un freno significativo al crecimiento económico de México.
La retórica proteccionista, particularmente la asociada a figuras políticas como Donald Trump, ya ha tenido un efecto palpable en la economía mexicana, incluso antes de la aplicación total de los aranceles. La simple amenaza de mayores gravámenes ha provocado que muchos proyectos de inversión se pospongan o cancelen, y ha generado una mayor cautela entre los consumidores, lo que frena el gasto y la demanda interna. Esta «incertidumbre arancelaria» actúa como un lastre para la confianza empresarial y la planificación a largo plazo, creando un ambiente de precaución que limita el dinamismo económico.
Si bien el promedio de aranceles cobrados es bajo, es crucial analizar la situación a nivel sectorial. Algunas partidas de importaciones mexicanas enfrentan aranceles mucho más elevados, incluso con la aplicación actual. Ejemplos claros son la seda (25%), el tabaco (21.69%), los artículos de hierro y acero (17.13%), el hierro y acero (15.99%), el aluminio y sus manufacturas (12.83%), y los vehículos automotores (9.32%). Es notable que los capítulos más relevantes para las importaciones desde México, que en conjunto explican más del 90% del total, incluyen precisamente productos como los artículos de hierro y acero, el hierro y acero, el aluminio y sus manufacturas, y los vehículos automotores. Estos sectores, pilares de la economía exportadora mexicana, ya están experimentando el cobro de aranceles por encima del promedio general. De hecho, la contracción de las exportaciones automotrices en los primeros meses del año puede atribuirse, en parte, a una aplicación más rigurosa de los aranceles en esta industria.
En conclusión, la aparente benevolencia de los aranceles no cobrados completamente representa una espada de Damocles sobre la economía mexicana. Si bien actualmente alivia la presión sobre los exportadores, la posibilidad de que Estados Unidos decida aplicar los aranceles en su totalidad en cualquier momento introduce una inestabilidad que desalienta la inversión y el crecimiento. México debe prepararse para este escenario potencial, diversificando sus mercados y fortaleciendo su competitividad, a fin de mitigar los riesgos inherentes a esta compleja dinámica comercial bilateral.
There is no ads to display, Please add some