El 20 de octubre de 2025, durante una sesión semipresencial de la Comisión de Recursos Hidráulicos, Agua Potable y Saneamiento en la Cámara de Diputados, el legislador de Morena Cuauhtémoc Blanco Bravo fue captado participando de manera virtual mientras jugaba pádel en una cancha abierta. El exfutbolista y exgobernador de Morelos se conectó brevemente a la reunión, visiblemente agitado, para solicitar su registro de asistencia y emitir su voto a favor de la Ley de Aguas Nacionales, sin intervenir en la discusión. En el audio de la transmisión, se escuchaban claramente los raquetazos y el eco de la cancha, lo que generó confusión inmediata entre los presentes. Blanco, integrado como secretario en comisiones como Deporte, Presupuesto y Cuenta Pública, y Zonas Metropolitanas, no prestó atención plena al debate sobre un tema clave como la rectoría estatal del agua como bien público.
El incidente desató reacciones inmediatas en la sesión y en redes sociales. Diputados opositores, como Mario Zamora del PRI, comentaron en vivo: «Hasta aquí se oyen los raquetazos», provocando risas y burlas entre los participantes. Otros legisladores lo acusaron de no saber qué votaba, con frases como «Pon atención Cuauhtémoc» y alusiones sarcásticas a su conducta. En plataformas digitales, el video viralizó rápidamente, con usuarios calificándolo de «lamentable» y atribuyéndolo a la falta de compromiso de algunos morenistas. Críticos destacaron su origen como deportista, sugiriendo que prioriza actividades personales sobre responsabilidades públicas, similar a controversias durante su gubernatura en Morelos.
Blanco se defendió al día siguiente, admitiendo que jugó pádel, pero argumentando que fue a las 8 de la mañana por motivos de salud: «Mi corazón necesita ejercicio». Negó inicialmente la simultaneidad con la sesión, atribuyendo desconexiones a mala señal, aunque el horario del partido coincide con el de la reunión. Esta justificación no calmó las críticas, que lo ven como evasiva ante un evidente descuido.
Este episodio evidencia un problema sistémico en el profesionalismo legislativo mexicano. Muchos diputados, especialmente aquellos con perfiles no políticos como Blanco, aceptan cargos sin la preparación adecuada, priorizando otros intereses sobre el trabajo remunerado. Como diputado federal en la LXVI Legislatura (2024-2027), Blanco percibe una dieta neta mensual de 79 mil pesos, más prestaciones como gratificación de fin de año, prima quinquenal, vacaciones y seguros. Estas compensaciones, uniformes para todos los legisladores, contrastan con la percepción de ineficiencia en sesiones virtuales, donde la supervisión es limitada y los votos se emiten sin debate profundo. Analistas señalan que tales conductas erosionan la confianza pública en el Congreso, fomentando cinismo hacia la clase política y cuestionando la efectividad de la virtualidad post-pandemia.
En un contexto de polarización, este escándalo resalta la necesidad de mayor transperencia. Sin mecanismos estrictos para verificar participación, legisladores como Blanco arriesgan perpetuar una imagen de desinterés, afectando la legitimidad de decisiones clave como la Ley de Aguas, aprobada con 32 votos a favor pese al incidente. Para restaurar credibilidad, se requieren reformas que exijan presencia activa y preparación, asegurando que el sueldo público se justifique con dedicación real.