México y Perú rompen relaciones diplomáticas por Asilo Político

0
69
  • En un eco del escándalo con Ecuador por Jorge Glas, México concede asilo a la ex primera ministra peruana Betssy Chávez, acusada de corrupción, desatando la furia de Lima y una ruptura diplomática que expone las grietas ideológicas en América Latina: ¿defensa de la izquierda o injerencia en justicia ajena?

La tensión diplomática en América Latina escaló este fin de semana a un nuevo punto de quiebre, cuando Perú anunció el rompimiento inmediato de relaciones diplomáticas con México, en represalia por la concesión de asilo político a Betssy Chávez, ex primera ministra del país andino. La decisión, revelada en un comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores peruano, sigue a la confirmación por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) mexicana de que Chávez solicitó y obtuvo refugio en la embajada de México en Lima el pasado 28 de octubre. Este episodio no solo revive memorias amargas del incidente con Ecuador el año anterior, sino que subraya un patrón controvertido: México, bajo la administración de Claudia Sheinbaum, ha extendido protección a figuras políticas de izquierda acusadas penalmente en sus países de origen, generando acusaciones de sesgo ideológico alineado con el partido Morena.

Betssy Chávez, de 44 años, ocupó el cargo de primera ministra de Perú entre diciembre de 2021 y enero de 2022, durante el turbulento gobierno de Pedro Castillo, quien fue destituido por el Congreso en un autogolpe fallido. Chávez, una abogada y activista de izquierda, se convirtió en la figura más joven en asumir ese puesto en la historia peruana, pero su mandato duró apenas siete días, marcado por protestas masivas y un voto de censura parlamentario. Desde entonces, ha enfrentado múltiples investigaciones penales: la más grave, por presunta corrupción en la contratación de obras públicas durante el castilloismo, con cargos que incluyen peculado y colusión agravada, según la Fiscalía de la Nación peruana. En septiembre de 2025, un juez emitió una orden de detención preventiva contra ella por riesgo de fuga, tras filtrarse evidencias de transferencias irregulares por más de 2 millones de soles (alrededor de 500 mil dólares) vinculadas a su círculo familiar.

La solicitud de asilo de Chávez llegó a la embajada mexicana en un contexto de creciente acoso judicial y amenazas de muerte, según allegados a la exfuncionaria. La SRE, invocando el artículo 14 de la Convención sobre Asilo Diplomático de 1954 y la tradición mexicana de no extradición por delitos políticos, evaluó el caso en menos de 48 horas y lo aprobó. «México no extradita a quienes enfrentan persecución por sus ideas progresistas», declaró la secretaria Alicia Bárcena en una rueda de prensa el 1 de noviembre, enfatizando que las acusaciones contra Chávez tienen «motivaciones políticas claras, orquestadas por un Congreso dominado por la derecha conservadora». Sin embargo, Perú lo ve como una afrenta directa: el presidente Dina Boluarte, cuya gestión ha sido criticada por abusos a derechos humanos, exigió la entrega inmediata de Chávez y ordenó el cierre de la embajada mexicana en Lima, expulsando al personal diplomático no esencial.

Este no es un caso aislado. El paralelismo con el exvicepresidente ecuatoriano Jorge Glas es inevitable y revelador. En diciembre de 2024, México otorgó asilo a Glas, condenado por corrupción durante el gobierno de Rafael Correa, lo que provocó una irrupción armada de fuerzas ecuatorianas en la embajada mexicana en Quito –un acto calificado como violación a la Convención de Viena–. Aquel incidente llevó a la ruptura de relaciones entre México y Ecuador, que persiste hasta hoy, con ambos países limitados a contactos a través de intermediarios como Brasil. En ambos casos, los beneficiarios –Glas y Chávez– comparten afinidades ideológicas profundas con Morena: Glas, del correísmo, y Chávez, del castillismo, representan la izquierda latinoamericana que el gobierno mexicano ha defendido como baluarte contra el «neoliberalismo autoritario». Analistas como el experto en relaciones internacionales de la UNAM, Dr. Enrique Krauze hijo, advierten que este patrón no es coincidencia: «Morena, heredero del lopezobradorismo, prioriza la solidaridad ideológica sobre la neutralidad diplomática, lo que erosiona la credibilidad de México como mediador regional».

-Publicidad-

Las repercusiones son inmediatas y multifacéticas. Económicamente, Perú y México mantienen un comercio bilateral de unos 4 mil millones de dólares anuales, impulsado por exportaciones mexicanas de automóviles y peruanas de minerales. La ruptura amenaza con aranceles retaliatorios y la paralización de foros como la Alianza del Pacífico, donde ambos países son pilares. Políticamente, el incidente agrava la fractura en la izquierda regional: mientras Brasil y Colombia observan con cautela, Venezuela ha aplaudido la decisión mexicana como «acto de soberanía». En Perú, opositores al gobierno de Boluarte usan el caso para denunciar «impunidad importada», alimentando protestas que ya suman 15 muertos en lo que va de 2025. Ecuador, por su parte, ha emitido un comunicado de solidaridad con Perú, insinuando que México «protege a delincuentes con pasaporte progresista».

Desde la perspectiva mexicana, el asilo se enmarca en una doctrina histórica que data de la Revolución, cuando México acogió a exiliados como León Trotsky o Leonor Liniers. Sheinbaum, en su discurso del 2 de noviembre ante la ONU, defendió la acción como «imperativo humanitario», recordando que Perú ha ignorado solicitudes de México por violaciones a indígenas en la Amazonía. No obstante, críticos internos, como el PAN y el PRI, cuestionan si esto no daña la imagen de México ante inversionistas extranjeros, especialmente con la cumbre del G20 en puerta para 2026.

Lo más intrigante de esta crisis es su potencial para reconfigurar alianzas en América Latina. ¿Se convertirá México en un «santuario» para la izquierda perseguida, similar a la Cuba castrista de los 60? ¿O forzará una reflexión sobre los límites del asilo político en la era de la justicia transnacional? Mientras Chávez permanece en la embajada, custodiada por marines mexicanos, el continente contiene el aliento. La SRE ha convocado a consultas a su embajador en Lima, y se rumorea que Brasil podría mediar. Pero por ahora, el telón diplomático entre México y Perú ha caído, dejando expuestas las venas abiertas de la ideología en la región.

Deja un comentario