Inundaciones Letales: ¿Cambio Climático o Culpa Política?

En octubre de 2025, México enfrenta una temporada de huracanes que ha desatado un diluvio bíblico, convirtiendo ríos en torrentes y calles en lagos improvisados. Veracruz, epicentro del caos, reporta tres fallecidos por el desbordamiento del río Cazones, que inundó 38 municipios y afectó a miles en Poza Rica y la zona norte, con 220 rescates y 19 refugios activos albergando a 654 personas. En la Ciudad de México, lluvias intensas provocaron anegamientos en el poniente y sur, colapsando drenajes y dejando vehículos varados y comercios sumergidos. Pero el saldo nacional es trágico: al menos 29 muertos en cuatro estados –16 en Hidalgo, nueve en Puebla, tres en Veracruz y uno en Querétaro–, miles de viviendas dañadas y afectaciones en 31 de 32 entidades. ¿Es esto solo un capricho del clima, o revela fallas estructurales en el gobierno? Vamos a revisar si el culpable es el cambio climático, la negligencia oficial o una mezcla tóxica de ambos.

Primero, el cambio climático no es un rumor: es un martillo neumático. Expertos del IPCC advierten que el calentamiento global intensifica las precipitaciones en el Golfo de México, con eventos como las lluvias del 7 al 9 de octubre –causadas por un sistema de baja presión– duplicando volúmenes históricos. En Veracruz, el Río Cazones creció 10 metros en horas, un patrón visto en huracanes como Otis (2023) o John (2024), donde el mar más cálido alimenta tormentas feroces. México, vulnerable por su geografía, ha visto un 20% más de inundaciones extremas desde 2000, según datos del SMN. Sin embargo, culpar solo al clima es una excusa cómoda que ignora la responsabilidad humana.

Aquí entra la falta de previsión gubernamental, un talón de Aquiles crónico. La Ley General de Protección Civil obliga a mapas de riesgos actualizados, pero en Veracruz, estos documentos son reliquias obsoletas, sin integrar datos satelitales modernos ni modelados climáticos. Alertas tempranas del 8 de octubre –emitidas por Conagua– llegaron, pero la respuesta fue reactiva: despliegue tardío de la Guardia Nacional y Sedena, con rescates improvisados que costaron la vida a un policía. En CDMX, el sistema de alcantarillado, prometido en la «Cuarta Transformación», sigue colapsando pese a inversiones de 19 mil millones de pesos en 2024. ¿Dónde está el Plan Nacional de Prevención? Bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum, apenas en su primer año, la inexperiencia se nota: transiciones de AMLO dejaron vacíos en coordinación federal-estatal, y la priorización de megaproyectos como el Tren Maya eclipsa infraestructuras locales.

La ineptitud no es casual: es sistémica. Gobernadores como Rocío Nahle en Veracruz y Clara Brugada en CDMX enfrentan críticas por «gobernar por apariencias», con visitas presidenciales que generan más memes que soluciones. En redes, usuarios denuncian promesas vacías de censos y apoyos, mientras el presupuesto para Protección Civil se recortó 15% en 2025. Estudios de la ONU destacan que países como México pierden 2% del PIB anual por desastres mal gestionados, agravados por corrupción en obras hidráulicas.

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En suma, no es un factor aislado: es una tormenta perfecta de clima alterado y gobernanza deficiente. El cambio climático acelera el problema, pero la ineptitud lo amplifica, convirtiendo lluvias en tragedias evitables. Sheinbaum debe impulsar mapas de riesgos digitales, invertir en diques inteligentes y capacitar a funcionarios –no con mañaneras, sino con acciones. De lo contrario, 2026 repetirá el ciclo: más muertos, más votos de castigo. México no puede permitirse luto eterno; urge una política climática con dientes, no discursos mojados.


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