Morena: «No puede haber gobierno rico con pueblo pobre», pero sí con militantes ricos

La frase «No puede haber gobierno rico con pueblo pobre», popularizada por Andrés Manuel López Obrador y repetida como mantra por Morena, encapsula el núcleo de su narrativa transformadora: un rechazo visceral a la opulencia élite en favor de la equidad social. Desde 2018, este lema ha sido el eje de campañas contra la «mafia del poder», prometiendo austeridad republicana y redistribución. Sin embargo, en 2025, con Morena consolidada en el poder, emerge una contradicción flagrante: muchos de sus militantes y líderes exhiben fortunas personales que contrastan con el discurso oficial. Este informe analiza esta aparente hipocresía, respaldado por evidencias recientes, y sus implicaciones para la credibilidad política del partido.

El origen de la frase remite a la tradición revolucionaria mexicana, evocando ideales de justicia social. Bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum, Morena ha impulsado reformas como la eliminación de pensiones millonarias para exfuncionarios y recortes presupuestales en el Poder Judicial. No obstante, el escrutinio público revela que la austeridad parece aplicarse selectivamente. Un reportaje del New York Times, destacado en redes, expone cómo funcionarios morenistas rodean su vida de lujos: propiedades de alto valor, colecciones de arte y estilos extravagantes que chocan con el ethos de humildad. Por ejemplo, Gerardo Fernández Noroña, senador y figura clave, defendió recientemente su mansión en Tepoztlán valorada en 12 millones de pesos, argumentando que «la austeridad es pública, no personal». Calificó las críticas de «clasismo y racismo», insistiendo en que sus bienes provienen de ingresos legítimos, pero el incidente ilustra una desconexión: mientras el 45% de los mexicanos vive en pobreza según Coneval (2024), líderes como Noroña viajan en camionetas Volvo y acumulan patrimonio sin cuestionamientos internos.

Casos emblemáticos abundan. Andy López Beltrán, hijo de AMLO, fue captado en vacaciones de lujo en Tokio, generando un «jalón de orejas» de Luisa María Alcalde, presidenta de Morena, quien lo acusó de dañar la imagen del partido. Alcalde, a su vez, enfrenta señalamientos por nepotismo: su madre preside el Consejo Nacional de Morena y su hermana ocupa cargos en la CDMX. Mario Delgado, exlíder partidista, ocultó propiedades millonarias en Paseo de la Reforma, según investigaciones periodísticas, mientras predica contra la corrupción. Lenia Batres, ministra de la SCJN autodenominada «del pueblo», fue fotografiada en una camioneta de lujo, avivando memes sobre «austeridad para el pueblo, riqueza para los suyos». Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de AMLO, evadió confirmaciones sobre lujos familiares en un contexto de escándalos.

Esta dualidad no es anécdota; erosiona la base moral de Morena. Encuestas de Mitofsky (2025) muestran que el 58% de votantes percibe hipocresía en el partido, contribuyendo a una aprobación presidencial en declive del 62% al 55% desde enero. Empresarios morenistas, como aquellos en el sector inmobiliario, acumulan inmuebles de lujo en Polanco o San Miguel de Allende, mientras el programa de vivienda popular estancado deja a millones en renta precaria. Viajes internacionales en primera clase y marcas exclusivas –Rolex, Gucci– se documentan en redes, contrastando con recortes a becas estudiantiles.

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Estratégicamente, esta omisión debilita a Morena ante opositores como PAN y PRI, que capitalizan el tema en campañas 2026. Noroña mismo admitió en foros que «el verdadero problema son relojes de millones en otros», desviando foco, pero admitiendo desigualdad interna. Para mitigar, el partido podría transparentar declaraciones patrimoniales vía blockchain, alineando retórica con acción. De lo contrario, el lema se convertirá en boomerang: un gobierno que predica pobreza, pero practica prosperidad selectiva.

En conclusión, la frase de Morena pierde potencia al ignorar la élite interna. La verdadera transformación exige coherencia: riqueza personal no es pecado, pero su ocultamiento sí lo es. Hacia 2030, resolver esta tensión definirá si Morena es agente de cambio o mera sucesora del viejo régimen.


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