¡Ay, nanita! El flamante Poder Judicial de México, que iba a ser la joya de la corona de la «transformación», arrancó peor que patineta en bajada sin frenos. Imagínense: el 1 de septiembre de 2025, con bombo y platillo electoral, se supone que inicia esta era «democrática» donde el pueblo elige a sus jueces y ministros. Pero ¡no mames! Desde el primer día, es un desmadre de errores, renuncias y un liderazgo que grita «imparcialidad, ¿qué es eso?».
Empecemos por la cima: Hugo Aguilar Ortiz, el abogado mixteco que se coronó como presidente de la Suprema Corte con 6.2 millones de votos, gracias a los «acordeones» de Morena que guiaron el dedito del electorado. Suena chido, ¿no? Hasta que ves que este cuate es un fanático declarado de la 4T, con propuestas que parecen sacadas de las mañaneras de AMLO. Olvídenlo la imparcialidad; para él, la justicia es «para el pueblo», o sea, para los que piensan como él. ¡Si hasta Lenia Batres, su vice en la lista, ya declaró que «enterramos» al viejo Poder Judicial «ominoso» y neoliberal! ¿Y la neutralidad? Pura pendejada, parece que dirá: «Si no estás conmigo, eres corrupto». Con ministras como Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, todas del club morenista, esto pinta para ser una Corte de bolsillo, donde las sentencias salen con sabor a tamal de Palacio Nacional.
Pero el arranque fue un circo de los buenos. Antes de las elecciones del 1 de junio, el Senado se chingó y «olvidó» incluir a Lenia, Yasmín y Loretta en las listas iniciales. ¡Tuviste que mandar una segunda boleta fuera de plazo, como si fuera tarea de la pri! El INE anduvo corrigiendo renuncias a vuelapluma, porque hasta Gabriela Villafuerte declinó y seguía en la lista como fantasma. Y ahora, post-elección, renuncias por doquier: aspirantes que se rajaron a última hora, jueces que no sabían ni dónde firmar, y un pleno nuevo con 36 casos pendientes que Batres dejó tirados como basura. ¡Falta de conocimiento? ¡Es que parece que eligieron por lotería, güey! De más de 3,400 candidatos, muchos sin un pelo de experiencia, y campañas sin lana pública que terminaron en brigadas informativas de pacotilla.
En fin, este «nuevo» Judicial inició con el pie izquierdo, cojeando de torpeza y sesgo. Si la justicia era ciega, ahora parece tuerta y con lentes polarizados morenos. ¿Seguiremos aplaudiendo esta farsa o ya nos hartamos de tanto show? México, despierta, que esto no es transformación, es un chiste malo.
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