Programas sociales, testimonios indican la manera en que afectan a comunidades rompiéndo el tejido social

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El sexenio pasado se criticó el hecho de que jóvenes compraban cervezas u otros productos no indispensables con el dinero que recibían de las becas inscritas en los programas sociales que se ampliaron en el gobierno de López Obrador.

Propagandistas del gobierno se quejaron de que los señalamientos eran clasistas y uno de ellos incluso llegó a reclamar que dejaran en paz a los jóvenes que decidían comprar con el dinero de la beca hasta cervezas.

Pero conforme ha pasado el tiempo han empezado a surgir testimonios que muestran como las becas, pensiones y demás programas sociales han empezado a provocar problemas que implican incluso la ruptura del tejido social.

Para dar una idea de lo que se puede recibir, los jóvenes de entre 18 y 29 años que no estudian ni trabajan, los llamados Ninis, gracias al programa Jóvenes Construyendo el Futuro reciben una beca de 7 mil 572 pesos mensuales, en tanto que 7 millones de familias en el país recibe una beca para el bienestar que puede llegar a 2 mil 800 pesos mensuales.

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Hay familias en las que sus integrantes reciben varios programas sociales, con lo que sus ingresos ya suman una cantidad considerable que puede superar fácilmente los 20 mil pesos mensuales.

Dos testimonios difundidos, entre muchos otros que confirman esto, en redes sociales muestran como empiezan a afectar a comunidades que no buscan algún puesto laboral o mejorar sus condiciones de trabajo, porque ya no tienen necesidad por los programas sociales que reciben.

El post que encendió la polémica en la discusión pública fue del analista en temas de energía Víctor Ramírez quien escribió la siguiente historia (puede abrirlo en X (Twitter) para leer el hilo completo):

Una de las respuestas que recibió el mensaje anterior fue del activista por la conservación de la selva en el sureste mexicano Guillermo D’Christy, quien relató en su cuenta de redes sociales lo siguiente:

Durante el sexenio anterior se denunció en medios y redes sociales no sólo el gasto de jóvenes del dinero que recibían de programas sociales en cervezas y otros artículos suntuarios, así como la manera en que agricultores y campesinos deforestaban zonas del sureste mexicano para recibir el apoyo económico del programa «Sembrando Vida», con lo que el supuesto beneficio quedaba anulado.

Al desaparecer al Coneval, organismo encargado de evaluar las políticas sociales, dejaremos de conocer el verdadero impacto de este tipo de programas en la sociedad, pero con los testimonios difundidos y las cifras de delitos relacionados con la presencia del crimen organizado podemos anticipar que su objetivo de atacar de raíz las causas de ciertos delitos no se ha cumplido, aunque en el ámbito electoral hay otra historia por contar.


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