La democracia mexicana y las dictaduras del Continente

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Por: Aminadab Pérez Franco

Los mexicanos sabemos bien que nuestra democracia es endeble e inmadura: que en lo que va del siglo XXI ha generado más decepciones que resultados; que la inmensa mayoría de los políticos la utiliza para anquilosarse en el poder y aprovecharse del mismo; y no obstante que las elecciones son organizadas por los ciudadanos persisten hasta nuestros días muchas mañas antidemocráticas fraguadas por el priísmo durante el siglo pasado.

Igualmente sabemos que nos costó 71 años de lucha quitarnos de encima a la dictadura perfecta: que no fue fácil arrancar el voto libre; conseguir que cada voto contara y se contara; lograr que el gobierno y su partido soltaran el control de las elecciones destinado a fabricar sus triunfos; prohibir que los recursos y programas públicos se usaran como propaganda o forma de control político del gobierno priísta en turno; así como erradicar las operaciones fraudulentas en las campañas, las casillas y los conteos.

No fue fácil conquistar la democracia en la desigual batalla sostenida por los ciudadanos y los partidos de oposición contra el régimen autoritario posrevolucionario entre 1929 y el año 2000. Incluso las esencias antidemocráticas han sido capaces de subsistir y reproducirse: en los cacicazgos locales y sectoriales, en actitudes y costumbres propias de la cultura política tradicional del intercambio de satisfactores por votos, e incluso en las ideas políticas no democráticas que diversos grupos de presión patrocinan en los partidos, los medios de comunicación y las redes sociales.

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Y justamente cuando la democracia mexicana no pasa por su mejor momento es cuando el gobierno hijo de las ideas del pasado aprovecha para asociarse con las dictaduras del Continente, para vincular su imagen a la de los dictadores que se casan con el poder hasta que la muerte los separe: las visiones de Fidel Castro, Hugo Chávez y la presencia física de sus émulos fueron la compañía preferida por el presidente López Obrador para conmemorar la Independencia de México, como para dar a entender que la misma se somete ahora a las consignas internacionales del Foro de Sao Paulo para llevarle la contra a nuestros vecinos y socios por ser la imagen del capitalismo neoliberal que repudia, aunque en los hechos siga sometido al Imperialismo Yanqui.

La izquierda tiene una fascinación especial por la dictadura. Con la excepción única de Chile en el presente -no desde luego el régimen de Salvador Allende-, la izquierda Latinoamericana incluye siempre al garrote como uno de sus símbolos distintivos.

Educar al pueblo y despojarlo de sus hábitos y aspiraciones pequeñoburguesas no admite elecciones libres sino milicias y toletes listos para concientizar a las masas usando todos los medios necesarios para impedir la vuelta al capitalismo. Así lo atestiguan desde el reciente aplastamiento de la disidencia en Cuba y Venezuela, hasta el caos y la inestabilidad presente en la Argentina que no se decide a ser dictadura o la violencia desatada en Colombia o el mismo Chile donde los activistas del Foro de Sao Paulo avanzan en la desestabilización de las democracias de la región.

En México, el actual gobierno ya creó su aparato represivo denominado la Guardia Nacional, ya militarizó al país a extremos jamás imaginados durante el sexenio de Felipe Calderón -a quien caricaturizaron como “soldadito” y estigmatizaron por su “Guerra”-, y hoy el presidente se codea y hace coro al discurso de los más oscuros dictadores del Continente: Díaz Canel y Maduro, enviando un mensaje siniestro a los mexicanos y al régimen democrático.

A lo que aspira el presidente no es a dar resultados sino a permanecer en el poder; que su movimiento se perpetúe como el PRI en el siglo pasado; que su retrato se vuelva ícono como el del Ché sin importar su cuota de violencia, muerte y sufrimiento; que la propaganda sea más fuerte que la realidad y que surja por ahí alguna potencia extranjera que apuntale su proyecto dictatorial una vez que se derrumbe la economía y se concrete la bancarrota del país.

Habrá que recordar que en las dictaduras no hay libertad, ni justicia, ni democracia. Tampoco se respeta la dignidad, la opinión o la tradición. Los regímenes dictatoriales golpean el descontento de la gente e imponen sus ideologías, obligan a soportar las condiciones adversas y son muy pocas las que logran cierta prosperidad económica usando el modelo capitalista como en la China Comunista del presente o el Chile de Pinochet. La gran mayoría de las dictaduras sí logran arruinar las economías, aniquilar las libertades, propagar la injusticia y la pobreza, instaurar el populismo y la represión, enfrentar a las sociedades contra sí mismas y provocar en la gente el deseo de huir a otros países porque es preferible la libertad en el exilio y la pobreza que las cárceles en las que los dictadores convierten a los territorios que oprimen.

Resulta vergonzoso y humillante para los demócratas mexicanos que el Presidente de la República ostente día con día su talante autoritario y antidemocrático, su discurso populista y de odio, y la visión caduca y retrógrada con la que erige un régimen de revancha y mediocridad.

Pero más vergonzoso aún es que no existan en México una oposición política, una sociedad civil y una opinión pública que reaccionen ante los signos evidentes de la transformación de México en una dictadura izquierdista y populista. Son muy pocos los opinadores, menos todavía los líderes sociales o empresariales y casi ningún político opositor los que han condenado con determinación y credibilidad los pasos de la autocracia presidencial y hecho algo al respecto. Si repetimos el viejo axioma de que el pueblo tiene el gobierno que se merece, en el caso del presente mexicano no triunfará un modelo propicio o una minoría audaz, sino que la democracia y la libertad serán derrotadas y abolidas ante la complacencia, indolencia y abandono ciudadano de sus derechos. No puede haber democracia sin demócratas.

 


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3 COMENTARIOS

  1. Mis más sinceras felicitaciones a @Lilly Téllez por su salud, valentía y claridad, nos unimos a sus teorías muy valientes y acertadas, SIN DEMÓCRATAS NO HAY DEMOCRACIA que se large a la chingada ( así se llama su terreno ) el lentejo que ha sido el peor presidente en la Historia de nuestro querido MEXICO

  2. La unidad de los mexicanos nos podra sacar adelante, este embuste de Lopez al pueblo de mexico lo podemos correguir, mandandolo al rancho la chingada y a su familia a prision por cirruptos y sinverguenzas.

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